Estados Unidos comenzó a evacuar al personal no esencial de su embajada en Bagdad, Irak, y a los familiares de militares en varias bases del Golfo Pérsico, en medio de una creciente tensión con Irán que amenaza con escalar en la región.
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La medida, confirmada por funcionarios del Departamento de Estado y el Pentágono, obedece a un análisis de seguridad que recomienda reducir la presencia estadounidense en zonas sensibles.
La evacuación coincide con un momento crítico: se avecina una nueva ronda de negociaciones nucleares entre Washington y Teherán, mientras el presidente Donald Trump mantiene su campaña de "máxima presión" contra el régimen iraní.
El mandatario ha advertido que, si no se logra un acuerdo, la alternativa sería un conflicto abierto. Irán, por su parte, ha prometido represalias en caso de un ataque a sus instalaciones nucleares, amenazando con lanzar misiles contra bases militares estadounidenses en la región.
Israel, aliado clave de Estados Unidos, elevó su nivel de alerta ante una posible escalada. En paralelo, la agencia británica de seguridad marítima emitió una advertencia sobre el riesgo de aumento en la actividad militar en el Golfo Pérsico, el Estrecho de Ormuz y zonas adyacentes.
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Teherán y Washington intentan revivir un pacto que limite el programa nuclear iraní, cuyo punto crítico es el nivel de enriquecimiento de uranio. Irán, que hoy alcanza un 60% —muy por encima del 3.67% pactado en 2015— insiste en que su proyecto es civil, pero los niveles actuales se aproximan al umbral necesario para fabricar un arma nuclear, según el Organismo Internacional de Energía Atómica.
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