El primer ministro del Líbano anunció ayer la renuncia de todo el Gobierno tras afirmar que la explosión que devastó Beirut y provocó la indignación pública fue resultado de corrupción endémica.
El estallido de casi 3 mil toneladas de nitrato de amonio en un almacén el 4 de agosto acabó con la vida de al menos 158 personas, hirió a más de 6 mil y destruyó parte de la ciudad mediterránea, coronando meses de deterioro político y económico, y provocando airados llamados a la dimisión de todo el Gobierno… para comenzar.
En un discurso televisado, el primer ministro, Hassan Diab, declaró que respalda los llamados de los libaneses comunes para que los responsables de «este crimen» sean juzgados.
Diab hizo el anuncio después de que el gabinete -formado en enero con el respaldo del poderoso grupo Hezbolá, respaldado por Irán y sus aliados-, se reuniera el lunes, cuando muchos ministros manifestaron su deseo de renunciar. Por ello, el mismo Diab dijo el sábado que pedirá el adelanto de las elecciones parlamentarias.
Las manifestaciones estallaron nuevamente la víspera en el centro de Beirut, con algunos manifestantes arrojando piedras a las fuerzas de seguridad que custodiaban el edificio del Parlamento.
Tras la dimisión del gabinete en pleno, el Parlamento de Líbano deberá escoger a un nuevo primer ministro, un proceso que -según explica Tom Bateman, el corresponsal de la BBC en Medio Oriente-, involucrará a las mismas políticas sectarias que están en la raíz del descontento ciudadano en ese país.
Desde el final de la guerra civil en 1990, el poder en Líbano lo comparten líderes que fueron figuras clave en ese proceso, y que representan a las distintas comunidades religiosas que conviven en el país.
Bielorrusia enfrenta resistencia electoral
La oposición bielorrusa rechazó los resultados oficiales de las elecciones que el lunes dieron al actual presidente, Alexander Lukashenko, una aplastantes victoria, argumentando que los comicios estaban arreglados y que era necesario iniciar negociaciones sobre una transferencia pacífica del poder.
Antes, la comisión electoral central había informado que Lukashenko, en el poder desde hace más de un cuarto de siglo, obtuvo 80% de los votos en las elecciones del domingo, mientras que Svetlana Tikhanouskaya, su principal rival, se hizo con el 9.9 por ciento en las urnas.
«Las autoridades no nos están escuchando. Las autoridades necesitan pensar en formas pacíficas de entregar el poder», dijo Tikhanouskaya, una exprofesora de inglés que se presentó a la campaña después de que su esposo, blogger, fuera encarcelado, «por supuesto que no reconocemos los resultados».
En los días previos a la votación, las autoridades encarcelaron a los rivales de Lukashenko y abrieron investigaciones penales contra varios manifestantes. La última vez que observadores internacionales evaluaron unos comicios en Bielorrusia fue en 1995.
LEG