Israel enfrenta la paradoja de haber vencido militarmente al grupo de Hamás, pero quedar políticamente aislado.
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A dos años del ataque del 7 de octubre de 2023, que desató una nueva guerra en Gaza, Israel enfrenta la paradoja de haber vencido militarmente a Hamás, pero quedar políticamente aislado. En contraste, el movimiento islamista, devastado en el campo de batalla, logró revivir la causa palestina y alterar el tablero geopolítico del Medio Oriente.

Las conversaciones para poner fin al conflicto se reanudaron este lunes en Egipto bajo el plan impulsado por Donald Trump, quien busca presentarse como garante del nuevo orden regional. Mientras los mediadores egipcios y cataríes intentan concretar un intercambio de rehenes y prisioneros, la propuesta estadounidense plantea tres ejes: el desarme de Hamás, su exclusión del gobierno de Gaza y la retirada gradual del ejército israelí.

“Creo que lo estamos haciendo muy bien y que Hamás está aceptando cosas muy importantes (…) creo que vamos a alcanzar un acuerdo”, aseguró Trump en el Despacho Oval. Pero más allá del optimismo presidencial, la guerra dejó profundas fracturas que ningún tratado puede borrar fácilmente.

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Un plan con pocos cambios

El internacionalista del Colegio de México, Agustín H. Berea, sostiene que el plan de Trump no introduce elementos sustancialmente nuevos, salvo por la “idea del panel internacional que era una de las cosas que faltaba porque realmente ese es el trabajo de las Naciones Unidas”. Berea explica que la figura de un tercero neutral —“en teoría Tony Blair y sus aliados”— busca garantizar el cumplimiento de los acuerdos, función que en otros conflictos ha recaído en los Cascos Azules.

Para el especialista, el origen del conflicto reside en una profunda desconfianza mutua. "Cada vez que se acordaba un alto al fuego, este era violado con un nuevo ataque, por lo que para Hamás carecía de sentido aceptarlo", explicó. La propuesta de Trump de un garante internacional busca, precisamente, restablecer un mínimo de confianza. "Veremos si funciona", advierte el analista, quien no obstante considera probable que Hamás acceda a deponer las armas, "aunque lo más seguro es que se reconfigure bajo otra denominación".

Islam político y resistencia

El especialista sitúa a Hamás dentro del "islam político", una corriente que en Medio Oriente se contrapone al nacionalismo secular de Fatah. Su fortaleza, argumenta, reside en que propone una alternativa política frente a los abusos israelíes. "Mientras persistan estos abusos, existirán movimientos de resistencia", sostiene.

Para Berea, el ataque del 7 de octubre fue una jugada estratégica calculada: "Hamás lo apostó todo, consciente de que una victoria militar contra Israel siempre ha sido impensable. Sin embargo, sabía que podría obligarlo a reaccionar de forma desproporcionada. Y al hacer eso no vas a ganar la batalla, pero vas a ganar la guerra”.

El costo de la victoria de Israel

El experto sintetiza este nuevo paradigma con una frase que ya resuena en los círculos diplomáticos: "Hamás, militarmente derrotado, pero políticamente victorioso; Israel, militarmente victorioso, pero políticamente derrotado".

Aislamiento diplomático de Israel

Berea argumenta que la política israelí se extravió en su propia fuerza: “Se envalentonó tanto con sus victorias militares que creyó poder desafiar al mundo entero; el ataque a Catar fue un error garrafal en ese camino”. Este aislamiento no hizo más que profundizarse con las posteriores amenazas de anexar Cisjordania y la captura de activistas de la flotilla humanitaria.

El escenario se complejizó aún más cuando Arabia Saudí, en un giro significativo, renunció a la normalización de relaciones con Tel Aviv y, en su lugar, firmó un pacto de defensa con Pakistán, una potencia nuclear. Paralelamente, Catar y Emiratos Árabes, antaño aliados clave de Washington, buscan ahora alternativas de rearme, evidenciando la pérdida de credibilidad de Estados Unidos como garante regional. “Esa es la factura que Estados Unidos está pagando por un Israel descontrolado”, sentencia Berea.

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La paz como promesa aplazada

El futuro del conflicto parece depender de la implementación del plan de Trump. No obstante, el analista insta a la cautela: “Queda por observar minuciosamente la puesta en marcha del acuerdo, pues son altas las probabilidades de que todo se descarrile”.

A dos años del 7 de octubre, el balance es tan contundente como paradójico: Israel ganó la guerra, pero perdió al mundo; Hamás perdió el territorio, pero ganó la narrativa. El especialista recuerda que “las guerras no las gana quien dispara primero ni más fuerte, sino quien alcanza sus objetivos políticos”. Y esa, hoy por hoy, es una batalla que Israel parece estar perdiendo.

Editor de la sección Mundo en el diario 24 HORAS. Egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, con experiencia en redacción, traducción y proyectos editoriales en medios de comunicación.