Redadas del ICE en barrios, negocios y transporte público mantienen a comunidades de migrantes en zozobra sumado a la crisis psicológica.
Foto. AFP | Redadas del ICE en barrios, negocios y transporte público mantienen a comunidades de migrantes en zozobra sumado a la crisis psicológica.  

La intensificación de la crisis y retórica antiinmigrante en Estados Unidos, encabezada por Donald Trump, ha provocado una crisis silenciosa pero creciente: el deterioro de la salud mental entre millones de migrantes. Especialistas lo comparan con el trauma social que siguió a los atentados del 11 de septiembre de 2001.

“Estrés, depresión, ansiedad, pánico”, enumera Sindy Estrada, migrante colombiana de 36 años, quien enfrenta una orden de deportación junto con su familia. Su hijo adolescente, bajo tratamiento psicológico, ha visto afectado su rendimiento escolar y su vida social. El miedo los mantiene enclaustrados en su hogar de Nueva Jersey.

La amenaza de una deportación masiva —prometida por el mandatario republicano como la mayor en la historia del país— y la revocación de permisos temporales de residencia han incrementado la presión sobre comunidades que llevan años asentadas en Estados Unidos. Pese a que las autoridades migratorias aseguran enfocarse en personas con antecedentes penales, la mayoría de los detenidos no entra en esa categoría.

Agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) se hacen presentes en barrios latinos y estaciones del metro, lo que genera un clima de vigilancia y zozobra. Juan Carlos Dumas, consultor en salud mental de la alcaldía neoyorquina, advierte que la “incertidumbre, temor y angustia” actual guarda una inquietante similitud con el periodo posterior al 11-S: se han disparado el consumo de alcohol, drogas, autolesiones entre jóvenes y comportamientos agresivos en niños.

“El trauma es profundo y cotidiano”, alerta Dumas. Pide no rendirse ni aislarse. Aunque el panorama es adverso, en ciudades como Nueva York —considerada santuario migrante— existen servicios de atención psicológica y redes de apoyo profesional. “Lo que se construye en años puede perderse en un día. Pero no hay que bajar los brazos”, concluyó.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *