Un mes de alarmas en el espacio aéreo ha impulsado a Europa a acelerar la creación de una red continental antidrones, mientras Rusia pone a prueba la determinación de la OTAN y Washington envía señales contradictorias
Después de que al menos 20 drones rusos penetraran el espacio aéreo polaco a principios de septiembre —lo que activó consultas bajo el Artículo 4 de la OTAN (“Las Partes se consultarán entre sí siempre que, a juicio de cualquiera de ellas, la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de las Partes esté amenazada”) y llevó a cazas aliados a derribar al menos tres de ellos—, la Comisión Europea presentó la Hoja de Ruta de Preparación para la Defensa 2030.
El documento eleva la renombrada Iniciativa Europea de Defensa contra Drones, que pasa de ser un plan centrado solo en el flanco oriental a un escudo para todo el bloque, con capacidad inicial en 2026 y “plenamente operativa para finales de 2027”.
“Los drones ya están redefiniendo la guerra”, declaró la jefa de política exterior de la UE, Kaja Kallas, advirtiendo que “el peligro no desaparecerá ni siquiera cuando termine la guerra en Ucrania”.
El plan integra radares, sensores acústicos y de radiofrecuencia, inhibidores de interferencias, drones interceptores, cañones, misiles y la expansión de la IA en una red interoperable diseñada para detectar, rastrear y neutralizar amenazas, mientras que el operativo Vigilancia del Flanco Oriental complementará la Iniciativa para 2028 en tierra, mar y aire en aquella región.

Bruselas insiste en que el refuerzo complementa a la OTAN, que, según el secretario general, Mark Rutte, está probando defensas integradas con la UE; sin embargo, las capitales clave se mantienen cautelosas.
El presidente francés, Emmanuel Macron, y el gobierno alemán han cuestionado la escala, el costo y la gobernanza del “muro”. Según el mandatario francés, el sistema es en realidad “más sofisticado, más complejo” de lo que podría asumirse. Boris
Pistorius, ministro de Defensa alemán, advirtió que los plazos podrían extenderse “incluso más de tres o cuatro años” antes de que la iniciativa antidrones sea plenamente operativa.
Moscú, por su parte, niega cualquier intención hostil y acusa a los servicios de inteligencia de la OTAN de orquestar los incidentes, incluso cuando presuntos drones rusos también han afectado a Rumanía, Dinamarca y Alemania. En paralelo, el mundo aguarda la cumbre Trump-Putin en Budapest, donde podría definirse la seguridad europea de las próximas décadas.