Israel no detendrá la guerra en Gaza, pero evitará una hambruna que comprometa su legitimidad internacional, afirmó el primer ministro Benjamin Netanyahu, al tiempo que la ofensiva contra Hamás recrudece y deja nuevas víctimas.
“Tomaremos el control de toda la Franja”, declaró Netanyahu, en medio de combates “intensos” que —según dijo— avanzan con determinación. El objetivo: neutralizar a Hamás, que el 7 de octubre perpetró un ataque sin precedentes en territorio israelí.
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Sin embargo, el mandatario reconoció que para mantener el respaldo de sus aliados, Israel necesita mostrar que evita una catástrofe humanitaria. “No debemos dejar que la población caiga en la hambruna, ni por razones prácticas ni por razones diplomáticas”, afirmó, al anunciar la entrada limitada de ayuda.
Sus palabras llegan tras la advertencia de la Organización Mundial de la Salud sobre la crisis alimentaria en Gaza. “Dos millones de personas pasan hambre”, alertó el director del organismo, Tedros Adhanom, quien denunció el bloqueo israelí que impide el ingreso de víveres desde el 2 de marzo, pese a que toneladas de comida permanecen varadas en las fronteras.
El lunes, Israel autorizó el ingreso de cinco camiones con asistencia de Naciones Unidas; la propia organización informó que nueve lograron pasar. La medida es vista por algunos como un gesto mínimo frente a una emergencia que amenaza con convertirse en hambruna masiva.
En paralelo, 22 países —incluidos Francia, Reino Unido, Japón y Canadá— exigieron la reanudación total del suministro humanitario, bajo supervisión de la ONU y ONG.
Mientras tanto, los ataques continúan. La Defensa Civil de Gaza reportó 91 muertos en las últimas horas. En Jan Yunis, ciudad sureña bajo asedio, el ambiente es de devastación. “Parece el Apocalipsis”, describió un residente.
Israel declaró esa zona “de combate peligroso” y llamó a evacuar. El ejército busca impedir que Hamás aproveche los corredores humanitarios para reorganizarse.
