El gobierno de Perú ha anunciado que dejará de considerar la transexualidad como una enfermedad mental. Esta decisión se tomó tras las manifestaciones de cientos de personas que salieron a las calles de Lima el mes pasado, exigiendo la revocación de una ley que calificaba a los transgéneros como enfermos mentales, haciéndolos así elegibles para tratamiento en la red pública y privada de salud.
Los críticos de dicha ley argumentaron que la medida era innecesaria, dado que las normas vigentes ya garantizan el acceso universal a los servicios de salud mental.
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La ley también fue objeto de críticas por contradecir a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en 2018 eliminó la transexualidad de la lista de enfermedades mentales de la Clasificación Internacional de Enfermedades.
Para el colectivo Marcha del Orgullo y otras organizaciones LGBT+ del país, el uso de esta norma desactualizada favorecía la implementación de prácticas perjudiciales contra la población transgénero.
«Exigimos que el Ministerio de Salud modifique esta norma y reconozca lo indicado por la OMS. La norma está desfasada y abre las puertas a las terapias de conversión, así como al uso de hormonas para ‘corrección de la homosexualidad’, prácticas consideradas como tortura por el derecho internacional», declaró Jorge Apolaya, portavoz del colectivo, al diario El Comercio.
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En un comunicado divulgado este martes, el Ministerio de Salud informó que dejará de referirse a los transgéneros como portadores de cualquier trastorno y adoptará el término «discordancia de género» para fines de clasificaciones de salud mental y comportamental elegibles para atención.
El ministerio también aseguró que no utilizará otros términos considerados prejuiciosos por los grupos de defensa de los derechos humanos y enfatizó su respeto por la dignidad de las personas.
CSAS