Un episodio reciente en San Bruno, California, sirvió para ilustrar un vacío regulatorio económico, cuando un oficial detuvo un Robotaxi del servicio autónomo Waymo tras presenciar una vuelta en 'U' ilegal, pero al acercarse descubrió que en el asiento del conductor no había nadie.
Pese a la flagrante infracción, no pudo emitirse multa alguna, pues “como no había un conductor humano, no se pudo emitir una multa”, informó la policía local.
“Nuestras libretas de multas no tienen una casilla para robot”. El departamento lo calificó como “una primera vez” y declaró que se contactó a Waymo para notificar la falla.
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Robotaxi está diseñado para obedecer las reglas de tránsito: Waymo
Por su parte, la empresa aseguró que sus sistemas de Robotaxi están diseñados para obedecer las reglas de tránsito y están comprometidos con la mejora de la seguridad vial mediante aprendizaje continuo.
Más allá del incidente puntual, las implicaciones económicas de esta tecnología son considerables. Según datos recientes, Waymo ha recorrido más de 96 millones de millas sin conductor humano en servicio de pasajeros ("rider-only") hasta junio de 2025.
Esto tiene efectos económicos directos: menores costos por siniestros, primas de seguro más bajas si se generaliza la tecnología, menor desgaste vehicular, menores costos de operación.
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Por ejemplo, Waymo argumenta una reducción del 88 % en reclamaciones por daños materiales y del 92 % en reclamaciones por lesiones físicas en comparación con vehículos tradicionales.
En resumen, el incidente en San Bruno expone que las multas están diseñadas para conductores humanos, no para sistemas autónomos. Sin embargo, los datos muestran que las flotas autónomas podrían generar ahorros importantes en el largo plazo gracias a la menor incidencia de accidentes, menores costos de seguro, y mayor eficiencia operativa.
