Donald Trump inició su primera gira por Oriente Medio en su segundo mandato, al desembarcar en Arabia Saudita con la promesa de avances diplomáticos y comerciales en una región marcada por la tensión. El viaje, que también contempla escalas en Catar y Emiratos Árabes Unidos, ocurre bajo el telón de fondo de un conflicto sin tregua entre Israel y Hamás.
La liberación del rehén estadounidense-israelí Edan Alexander, justo antes del despegue del Air Force One, pareció enviar una señal de distensión. Sin embargo, el presidente moderó su discurso sobre un posible cese al fuego y tomó distancia del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en asuntos clave como los ataques en Yemen o el programa nuclear iraní. “Espero que podamos liberar a más rehenes”, declaró el republicano.
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Según el internacionalista Agustín H. Berea, esta gira parece más orientada a intereses económicos que a una agenda diplomática profunda. “Lo que Trump busca son negocios, particularmente para sus allegados en el sector inmobiliario. Arabia Saudita no puede ofrecer industria, pero sí efectivo para inversiones”, explicó.
Aunque los lazos entre Washington y Riad siguen siendo estrechos, Berea descarta que haya avances en la normalización con Israel mientras Gaza siga bajo asedio. “Sería extremadamente impopular en las sociedades árabes”, advierte.
Otro movimiento de Trump
La gira se produce en un momento en que el magnate neoyorquino parece operar con una lógica transaccional: respaldo sin restricciones a Israel, siempre que no implique costos para Estados Unidos. “Haz lo que quieras, pero que no me cueste”, resume Berea, subrayando un patrón que podría redefinir los equilibrios regionales.
Entre promesas de liberaciones, posibles escalas en Turquía y el polémico ofrecimiento de un avión presidencial por parte de Catar, el jefe de la Casa Blanca vuelve a pisar Oriente Medio con el ojo puesto en el poder y los negocios.