Durante una reunión oficial en la Casa Blanca, Donald Trump sorprendió al presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, al proyectar un video que —según él— prueba la existencia de un genocidio contra personas blancas en Sudáfrica. La escena, que incluyó apagón de luces, recortes de prensa y una grabación, tensó un encuentro previsto para reparar vínculos diplomáticos.
En el video, el legislador Julius Malema entona un cántico de lucha del apartheid: “matemos al bóer”. Trump lo interpretó como evidencia de incitación a la violencia contra agricultores blancos. “Les permiten tomar tierras y cuando toman las tierras, matan al agricultor blanco”, afirmó. Incluso mostró una imagen tomada en el Congo como si correspondiera a Sudáfrica.
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Ramaphosa negó las acusaciones. “No, no, no, no. Nadie puede tomar tierras”, respondió, en alusión a una ley reciente que autoriza expropiaciones con compensación para reparar desigualdades históricas. Durante la proyección, intentó hablar en varias ocasiones, pero fue interrumpido por el presidente estadounidense.
El encuentro incluyó a figuras sudafricanas, como los golfistas Ernie Els y Retief Goosen, y el magnate Johann Rupert. También estuvo presente Elon Musk, ferviente impulsor de la narrativa del supuesto genocidio.
Ramaphosa pidió tratar el tema “con mucha calma” y recordó las enseñanzas de Nelson Mandela sobre el diálogo. Aseguró que durante el almuerzo ambos mandatarios no insistieron en el tema y que la conversación se centró en asuntos comerciales. “Creo que incluso en la mente de Trump hay dudas e incredulidad sobre esto”, declaró.
Trump, sin embargo, concedió estatus de refugiado a 49 sudafricanos blancos alegando persecución, en una aparente contradicción con su política migratoria restrictiva.