El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, inauguró en su país el "Año de la Familia" con un discurso donde destacó la importancia de fortalecer la estructura familiar y anunció políticas enfocadas en revertir el descenso demográfico del país.
Durante su intervención, también reiteró críticas a la comunidad LGBTQ+, al calificarla como una amenaza a los valores tradicionales y parte de una presunta conspiración extranjera.
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Erdogan vinculó el bienestar nacional con la estabilidad familiar, al señalar que "una familia fuerte allana el camino para un Estado fuerte". En este contexto, presentó un paquete de medidas económicas y sociales diseñadas para fomentar el matrimonio y aumentar la tasa de natalidad.
Sin embargo, el mandatario utilizó gran parte de su discurso para criticar las "tendencias culturales neoliberales" y acusar a los movimientos LGBTQ+ de promover ideologías que, según él, buscan desmantelar la estructura familiar tradicional.
"Es nuestra responsabilidad proteger a nuestros niños de las ideologías perversas. Estas políticas de neutralización de género usan a la comunidad LGBT como un ariete contra la familia", declaró. También comparó el tratamiento de las críticas a la comunidad LGBTQ+ con el sionismo, afirmando que quienes defienden los valores tradicionales enfrentan censura.
Contexto de represión y cambios demográficos en Turquía
En Turquía, la comunidad LGBTQ+ enfrenta restricciones severas en la última década. Desde 2015, los desfiles del orgullo están prohibidos, y los intentos de organizar manifestaciones suelen ser dispersados por la policía con gases lacrimógenos. Paralelamente, eventos y protestas anti-LGBTQ+ han contado con respaldo estatal, lo que intensifica un entorno de exclusión.
Por otro lado, Erdogan expresó su preocupación por la caída de la tasa de crecimiento poblacional, que pasó del 2.53 por ciento en 2015 al 0.23 por ciento en 2022. Además, señaló que las personas están posponiendo el matrimonio y que las tasas de divorcio van en aumento, tendencias que describió como alarmantes para el futuro del país.
El mandatario advirtió que la disminución de la población podría tener consecuencias irreversibles si no se toman medidas inmediatas. "Estamos perdiendo sangre", dijo, mientras recordó su llamado de 2007 a que las familias tuvieran “al menos tres hijos”.