Hacienda informó que el Gobierno de México llevó a cabo una operación por 6 mil 800 millones de dólares en mercados internacionales.
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La parálisis presupuestaria que mantiene enfrentados a republicanos y demócratas en Estados Unidos comienza a perfilarse como una bomba de tiempo para la economía del país, pues a medida que el cierre del gobierno se acerca a su segunda semana, los efectos financieros se vuelven más visibles, ante la suspensión de cientos de miles de empleados públicos, retrasos en pagos federales y riesgo de un impacto directo en el consumo, la inversión y la confianza empresarial.

El bloqueo, que estalló el miércoles pasado, ha puesto en jaque la operación del Gobierno federal y amenaza con extenderse indefinidamente. Las conversaciones entre ambos partidos permanecen congeladas desde la reunión fallida en la Casa Blanca el lunes, con el tema de los subsidios al seguro médico -parte esencial del programa “Obamacare”- como punto de fricción.

El principal asesor económico de Donald Trump, Kevin Hassett, advirtió que, si no se logra un acuerdo, comenzarán los despidos masivos de funcionarios federales. “Si el presidente cree que las negociaciones no van a ninguna parte, entonces comenzarán los despidos”, señaló en CNN. La advertencia no solo tiene un matiz político: un recorte masivo del personal público implicaría un golpe severo al gasto interno, con efectos en cadena sobre la demanda agregada y la recaudación fiscal.

John Thune, líder republicano en el Senado, reconoció que el estancamiento amenaza con volverse “incómodo” para la economía, mientras el debate sobre extender o no los subsidios del sistema de salud continúa en los pasillos del Congreso. Cada día de cierre implica pérdidas millonarias: desde menor productividad en las agencias hasta retrasos en licitaciones, subsidios y programas sociales.

Demócratas responden a republicanos ante el panorama de la economía estadounidense

Del lado demócrata, Hakeem Jeffries advirtió que, si los republicanos mantienen su postura, millones de contribuyentes enfrentarán un aumento drástico en sus costos de atención médica, agravando la presión sobre los hogares y frenando el consumo.

La incertidumbre revive el fantasma del cierre de 2018-2019, que se prolongó 35 días y costó al PIB estadounidense cerca de 11 mil millones de dólares, según la Oficina de Presupuesto del Congreso.

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Ahora, con una economía ya tensionada por la desaceleración y los altos costos de financiamiento, un nuevo impasse fiscal prolongado podría erosionar la confianza del mercado, presionar al dólar y dificultar la gestión de la deuda pública.

Si el pulso político se mantiene, el costo final no será solo institucional, sino económico, ya que la parálisis presupuestaria amenaza con convertirse en el primer gran freno de la economía estadounidense en 2025.

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