“El poder sólo se sube a la cabeza cuando encuentra un cerebro vacío”
FGT
El 7 de julio de 1938, después de la expropiación petrolera, Lázaro Cárdenas anunció el nacimiento de Petróleos Mexicanos (Pemex), con la promesa de que el petróleo sería a partir de ese momento patrimonio de todos los mexicanos. Nacía así también la fuente de corrupción más grande de la historia de México. Una tragedia llamada Pemex.
Llevamos décadas escuchando que Pemex “es de todos los mexicanos” y si algo hemos aprendido es que lo que es de todos, al final, no es de nadie. Los verdaderos y únicos dueños de Pemex han sido los gobernantes en turno que han hecho con la empresa lo que les ha dado su regalada gana; ya sea como botín económico o político.
Con la crisis económica de los 70 y el surgimiento de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el petróleo mexicano adquirió relevancia internacional y, para nuestra desgracia, iniciaba la generación de los presidentes populistas que han sido la ruina de este empobrecido, que no pobre país.
Aparecían en escena Luis Echeverría y José López Portillo, éste nombró como director de Pemex a Jorge Díaz Serrano, quien clamaba con orgullo que los mexicanos “tendríamos que aprender a administrar la abundancia”, así de grande era la soberbia y la estupidez de nuestros gobernantes.
Iniciaba así el declive de Pemex, por la incompetencia de sus directores, una corrupción en niveles irreales y una estructura insostenible -con el sindicato más corrupto del país- pero por encima de todo por la irresponsabilidad de los presidentes en turno.
Valgan dos ejemplos: Felipe Calderón que lapidó la renta petrolera más importante de nuestra historia y Andrés Manuel López Obrador, quien, con sus locuras, sepultó para siempre lo poco que quedaba de Pemex.
¿Cómo está Pemex ahora?: irremediablemente arruinado.
Hoy, Pemex tiene una deuda de más de ¡2 billones de pesos! Esta crece cada día por una pésima reestructuración de su deuda. El problema es que ya no le cree nadie y para poder financiar esta ruina tiene que pagar a los mercados internacionales tasas insostenibles.
Las ventas de Pemex en 2024 cayeron, de nuevo, hasta los 426 mil millones de pesos y una pérdida neta de 161 mil millones de pesos. ¿Quiere usted una noticia peor? Su flamante director, Víctor Rodríguez Padilla, va por una nueva reestructuración de la deuda para, ahora sí, volverla viable. Otra mentira más en la historia de Pemex.
El problema es de tal magnitud que Petróleos Mexicanos es el principal problema de las finanzas públicas de México y nadie tiene el valor -y la honestidad- de poner un alto y decirnos la verdad: Pemex no es viable.
A cambio, don Víctor nos da una “gran noticia”: ¡tenemos petróleo garantizado para diez años! ¿De verdad eso es lo más inteligente que se le pudo ocurrir? Un país como México tiene comprometido su futuro energético a un plazo de diez miserables años. Y después, ¿qué hacemos?
Lo que sí está claro es lo que tenemos “todos los mexicanos”: una deuda impagable, una empresa arruinada, una refinería absurda que sólo ha sacado un barril sin fondo de deudas.
Pemex es, además, el principal emisor de dióxido de carbono, uno de los contaminantes más letales del mundo. Vamos, es una joya.
Y ya para terminar con esta historia, ahora resulta que nos detienen las exportaciones de Pemex porque está adulterado con agua y contaminado con sal, o sea, lo que faltaba; tramposos.
Por mi parte le cedo lo que me corresponda de Pemex a quién quiera, de hecho don Víctor Rodríguez, flamante director general, dígame dónde le firmó, a su nombre, al de Emilio Lozoya o al de AMLO, usted me dice y quedamos en paz. Eso sí los adeudos son suyos, enteritos.
@Pancho_Graue
fgraue@gmail.com
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