Con amplias credenciales y reputación en el medio científico, la Dra. Jekyll ha demostrado capacidad en los menesteres del hacer y del cumplir. De probada inteligencia y responsabilidad en el servicio público, sus logros son palpables para la población local que en su momento gobernó. Su disciplina, formación de equipos —a quienes les da libertad, pero también les exige resultados—, su ecuanimidad, así como su honestidad en busca de una sociedad más próspera, igualitaria y justa, la legitimó para alcanzar su meta más ambiciosa: La silla del águila.
En política, sin embargo, no se llega a la cúspide nada más por atributos propios, se deben tejer distintas redes y saber elegir a quien te impulse en el camino. La doctora decidió ampararse en un personaje oscuro pero muy poderoso y popular: el señor Hyde. De pocas credenciales, escasa responsabilidad y de ideología contradictoria, Hyde decide, a su vez, confiar en la doctora Jekyll para sucederlo en su proyecto transformador. No obstante, los instintos de éste le impiden soltar el poder y retirarse de la palestra sin antes blindar su macabro legado ante posibles dudas existenciales de su heredera.
A seis meses de tomar el control, la doctora Jekyll intenta separar sus genuinas ambiciones de implementar un plan de gobierno para el país que ahora encabeza, de las del hoy ausente. Aunque empieza a lograrlo y demostrar sus tablas en distintos campos, le es complicado, pues los candados —y vigilantes— instalados por Hyde impiden que actúe, al menos ahora, con plena libertad y soltura. Aunque Hyde pudiera haber desaparecido, parece haberse instalado dentro del propio juicio de la doctora. Sin ella darse cuenta del todo, ha sido capturada por el pensamiento y carácter de su antecesor, lo cual puede afectar su proyecto socioeconómico y político, así como su estrategia de seguridad y justicia.
Los dilemas que viven en la doctora Jekyll le dificultan encontrar una salida a sus [económicas —y financieras—, energéticas, democráticas, políticas, institucionales, judiciales, feministas y soberanas] contradicciones. Es fundamental que lo haga lo antes posible, de no ser así, existe el riesgo de que su gobierno quede atrapado entre dos mundos con resultados poco deseables. Ante las presiones externas e internas que enfrenta, trata de imponerse a los designios y sombras del señor Hyde. No es factible que ambas personalidades convivan hacia el futuro; son incompatibles, mandan malas señales y generan incertidumbre —y vacíos de poder.
La independencia de la doctora es necesaria para construir un proyecto de nación propio y auténticamente transformador. Su éxito político, su legado y el destino de la nación dependerán de cómo y cuándo resuelve estos dilemas. El lado sensible y racional de Jekyll deberá predominar sobre el misterioso, oscuro e irresponsable lado de Hyde, aunque en lo elemental, sean uno mismo.
*Título y texto basado, respetuosamente, en la obra de Robert Louis Stevenson, 1886
Nota: Los personajes y hechos descritos en este texto son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
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