Antes de modificar algunos programas asistenciales, como el abasto de leche Liconsa, es necesario enfrentar retos de coyuntura y trabajar “muy de cerca” con el Ejército Mexicano para asegurar su entrega en zonas de alto riesgo.

 

La milicia, informa el director de aquel organismo, el oaxaqueño Héctor Pablo Ramírez Puga, opera muy cerca de la Secretaría de Desarrollo Social con énfasis en la Cruzada Nacional contra el Hambre.

 

Simultáneamente, Leche Industrializada Conasupo planea “un viraje total” en su operación: ahora atiende preferentemente ciudades y se enfocará al campo, donde radica la población más necesitada, e inclusive se creará una fundación para entregarla gratuitamente.

 

Es la mejor manera de llegar a “los 7.4 millones de mexicanos que tienen carencia alimentaria y pobreza extrema”, dice el funcionario a 24 HORAS. Anuncia incremento de 60 centavos por litro a productores –hoy cuesta 5.50 pesos-, incremento en las compras a ganaderos nacionales y planes para al menos tres nuevas plantas con inversión extranjera.

 

– ¿La violencia que se vive en algunas zonas del país ha supuesto dificultades para Liconsa?

 

Ahora lo estamos evaluando en Michoacán. En el caso de la Cruzada, el ejército ha sido una entidad que ha trabajado muy de cerca con Sedesol. Y en el caso de requerirlo en Michoacán [para Liconsa], lo vamos a solicitar. Nosotros no tenemos registro, en el caso de Liconsa, de ninguna situación que pudiera poner en riesgo el programa ni a quienes lo promueven. Ojalá podamos seguir así.

 

– La diferencia económica causada por el aumento del precio de compra a los productores será cubierta por Sedesol y Sagarpa. ¿Liconsa no puede?

 

Es un esfuerzo conjunto. Quien se encarga de incentivar la producción ganadera a nivel nacional es Sargarpa. Liconsa no podría pagar porque no tiene los recursos fiscales suficientes. Año con año hay una transferencia de recursos que se hace de Sagarpa a Liconsa, y este año va a ser también de Sedesol.

 

– ¿Por qué no tienen los recursos fiscales suficientes?

 

Desde hace siete años no ha habido un incremento de presupuestos fiscales vía Cámara de Diputados y seguramente no lo habrá. Liconsa debe hacerse de otros recursos para poder solventar este tipo de incrementos. A fin de cuentas, nuestro objetivo primordial es llegar a la gente que más lo necesita con un producto de alta calidad y bajo precio. Si para ello tenemos que echar mano de recursos de otras dependencias, lo vamos a hacer.

 

– ¿El precio de la leche lo determina Sagarpa?

 

El precio de compra de la leche a productores nacionales, sí. Nosotros somos el instrumento para ayudar a los productores, pero a final de cuentas, si Liconsa decide comprar leche a Nueva Zelanda, pues la vamos a traer de allí. El programa social tiene un objetivo muy claro: llegar a la gente que más lo necesita con leche de bajo precio. Y muchas veces, la leche de Nueva Zelanda, a pesar de estar hasta allá y con todo lo que implica el transporte, es más barata que la leche nacional, por los problemas que tienen los productores de aquí para mantener esta actividad.

 

– ¿Qué porcentaje de leche de Liconsa es importada?

 

El 70% es mexicana y el 30% es de importación. Antes la cifra estaba invertida. Se importa porque la producción de leche en el país no es suficiente y tampoco tenemos nosotros la posibilidad de secarla. Para trasladar la leche a diversos municipios, tenemos que hacerlo a través de la leche en polvo, que no pierde su capacidad nutricional. Pero para eso necesitamos secadoras. Nueva Zelanda, España y Estados Unidos, que tienen secadoras importantes, son quienes nos abastecen. Sin embargo, cada vez estamos comprando más leche a nivel nacional. En este año vamos a reducir un 5% las importaciones.

 

– Pero Liconsa no compra toda la producción de leche del país.

 

Liconsa compra el 16% de la producción nacional. El problema es que los proveedores, dependiendo de la época del año, le venden a Liconsa o prefieren venderle a otras empresas. Nosotros pagamos un precio parejo todo el año por litro de leche, pero en el caso de Lala, por ejemplo, o Alpura, pagan un día a 7 pesos y en otra época del año pueden pagar hasta a 2 pesos el litro. Es muy variable; articulan sus precios dependiendo de la demanda. Sí hay una urgente necesidad de los productores de venderle a Liconsa pero muchas veces prefieren venderle a empresas privadas.

 

– En el contexto de denuncias en que se ha visto envuelta la Sedesol por presuntos delitos electorales, ¿hay alguna que incumba a Liconsa?

 

No tenemos denuncia alguna hasta el momento y espero que así siga. Tuvimos capacitación por parte de Fepade y tenemos una carta de compromiso de todos los empleados de la empresa de que no van a promover ningún partido político con base en este programa. Adicionalmente, hemos recibido la visita de diputados y senadores a las plantas donde se produce la leche para que revisen el tema y en las entidades que tienen proceso electoral se paró el empadronamiento: en esta época electoral, no ha habido una sola alta ni baja del padrón de Liconsa.

 

– ¿Cómo entra Liconsa en la Cruzada contra el Hambre?

 

Lo que estamos haciendo es reorientar el padrón de beneficiarios. Es decir, tenemos un padrón de seis millones de mexicanos que diariamente reciben su leche, sólo que este programa y este padrón están enfocados a zonas urbanas. Lo que estamos haciendo es que, cerca de un millón de espacios en el padrón de beneficiarios, los estamos trasladando hacia las zonas de hambre.

 

– Su trayectoria política no había estado hasta ahora tan enfocada en temas de desarrollo social. ¿Cómo acató su nombramiento como director general de Liconsa?

 

Como secretario técnico del gobierno de Oaxaca, coordiné los programas sociales. No los de leche, pero sí los programas sociales que había en el gobierno de Oaxaca, que eran básicamente el de alfabetización, las unidades móviles para el desarrollo, las cocinas comunitarias, los albergues…

 

Su nombramiento fue criticado por los comentarios que había hecho un año antes en las redes sociales, en que defendía que el entonces candidato Peña Nieto no supiera cuál era el salario mínimo o los precios de productos básicos. Ahora, como responsable de una de las instituciones más importantes de abastecimiento de producto básico del país, ¿cómo ve aquellos comentarios?

 

Uno en las redes sociales puede hacer sus comentarios, planteamientos, bromas…, y más al calor de una campaña política. Una cosa es lo que sucede en una campaña política y otra cosa es la función pública. En la función pública tenemos que atender la instrucción del presidente que, en mi caso, es el programa social, y dejar de lado otras cuestiones como las redes sociales. No estoy abocado a ello y creo que son cosas entendibles. El uso de las redes sociales ni siquiera está regulado por la Constitución, ni siquiera en términos electorales está registrado. Entonces, creo que es muy subjetivo cualquier comentario que se pueda hacer a través de ellas.

 

– ¿Cómo valora sus primeros seis meses en el cargo?

 

Cuando llegamos, teníamos que enfrentar diversas resistencias del programa para poder atender la inquietud del presidente de la República, dentro de la Cruzada contra el Hambre. De entrada, cambiamos las reglas de operación del programa. Antes, quien tenía el beneficio del programa de Liconsa, no podía ser beneficiario de Oportunidades, por ejemplo. Hoy se logró quitar, a propuesta de Liconsa, ese candado. Y lo que estamos buscando con la directora de Oportunidades y con la secretaria de Sedesol es que, en el caso de Oportunidades, la gente que tenga este beneficio reciba vales o alguna manera de compra que le permita ir a la lechería o las tiendas Liconsa y utilice el dinero para esto y no para otras cosas. Creo que es un gran avance. La otra regla de operación que combatimos a mi llegada es que antes solamente el 2% del padrón de beneficiarios podíamos distribuirlo a través de convenios con asociaciones civiles, albergues, fundaciones… Hoy podemos comprometer hasta el 18% del padrón con fundaciones de apoyo a gente marginada, necesitada o con alguna carencia, a parte de la población meta de Liconsa.

 

– ¿Y cuáles son sus metas?

 

A mí me gustaría que, al final del sexenio, pudiéramos hablar de un viraje total del programa, el cual está diseñado para atender solamente zonas urbanas y a clase media y media-baja, y que está sembrado en las grandes capitales. Ahora vamos a mandarlo prácticamente en un 75% a zonas marginadas, a zonas de hambre…, donde nunca han tenido este programa social y donde realmente se necesita. En el DF, por ejemplo, en el Pedregal hay lechería Liconsa, en las Lomas hay lechería Liconsa, en Tlalpan hay lechería Liconsa… pero no hay en zonas de Oaxaca; pero no hay en Arriaga, Chiapas; pero no hay en la zona caliente de Guerrero…

 

– ¿A qué se debe la distribución actual?

 

El programa social se creó sin tener una meta muy clara de a quiénes queríamos llegar. Hoy por hoy la leche se estaba dando a personas que tienen un nivel socioeconómico aceptable y que pueden comprar su leche Liconsa en un centro comercial, donde cuesta 10 pesos el litro y donde hay otras marcas de 12 o 15 pesos. Pero la de abasto social, que sale a 4.50, tenemos que mandarla a quien más lo necesita, no en las zonas urbanas. No tiene caso. Y creo que este es el gran cambio que le vamos a dar al programa.

 

Dato

 

60

centavos aumentará el pago por litro a productores de leche, quedará en 6.10 pesos