La artista japonesa Yoko Ono publicó una carta en su página web en la que pide a los pescadores del pueblo nipón de Taiji que abandonen su impopular caza anual de delfines, ya que considera que esta práctica alimenta el «odio» de otros países hacia Japón.

 

En su misiva, dirigida a los pescadores de este pueblo de la prefectura de Wakayama (oeste) y al primer ministro japonés, Shinzo Abe, Ono dice comprender el hartazgo que genera en Taiji la presión «unilateral de Occidente» para poner fin a su «tradicional captura y matanza de delfines».

 

No obstante, les pide que observen la situación desde un punto de vista «más amplio» y comprendan que Japón necesita «la simpatía y la ayuda del resto del mundo».

 

Taiji, considerado la cuna de la pesca de cetáceos en Japón, realiza desde hace décadas la caza de delfines, parte de los cuales vende a zoos y acuarios de todo el mundo antes de arponear al resto y destinarlos al consumo humano.

 

«La manera en la que están insistiendo en celebrar la matanza de tantos delfines y el secuestro de unos pocos para venderlos a los zoos», afirma Ono, «hará que los niños del mundo odien a los japoneses».

 

La carta concluye con la petición de cancelar este ritual anual «considerado por el resto del mundo como un signo de arrogancia, ignorancia y amor por la violencia por parte de Japón».

 

La conocida activista se une a la embajadora de EEUU en Japón, Caroline Kennedy, que el pasado fin de semana calificó de «inhumana» esta tradición en su cuenta de Twitter y recordó que Washington no apoya esta práctica.

 

Por su parte, el ministro portavoz de Japón, Yoshihide Suga, replicó que está actividad «tradicional» se realiza dentro del marco legal y que Tokio «expondrá su posición a la parte estadounidense».

 

Según la organización ecologista Sea Shepherd, los pescadores han comenzado ya a matar en Taiji este año a muchos de los aproximadamente 250 delfines que han capturado desde la semana pasada.

 

La pesca en aguas poco profundas de delfines y pequeños cetáceos se realiza en Taiji mediante un método tradicional inventado en este pueblo por el cual varias embarcaciones crean un muro de sonido que empuja a los ejemplares a la bahía en la que son seleccionados y luego arponeados.

 

El film estadounidense «The Cove», ganador en 2009 del Óscar a mejor documental, contribuyó a publicitar esta práctica, que desde entonces ha sido muy criticada por su crueldad a nivel internacional.