La calidad de un espacio público puede medirse por los lugares para sentarse y conversar, coinciden especialistas. Una sola banca, aseguran, es clave en la percepción estética del espacio, crea identidad y promueve la interacción social.

 

"Si no existen –los espacios para sentarse-, son escasos o deficientes, la gente pasará de largo. En este sentido, las bancas son el componente urbano destinado para relajarse y ver pasar la vida, y por esto son un elemento importante en el espacio público", anotó la arquitecta Julieta Castañeda.

 

Además de crear identidad, estos elementos contribuyen a propiciar o mejorar la interacción y el contacto personal entre los individuos, es decir, para hacer el espacio público más eficiente, y por lo tanto, disminuir problemas sociales y mejorar la actividad urbana.

 

La función de las bancas, junto con los parabuses y sillas, es únicamente el descanso, según lo establece la clasificación establecida en el artículo 18 del Reglamento  de Mobiliario Urbano del Distrito Federal.

 

Sin embargo, los especialistas advierten que su función va más allá. Célida Gómez Gámez, académica del departamento de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana, destacó su importancia en una ciudad como factor de interacción: promueven la convivencia y fomentan las relaciones entre los usuarios.

 

"Hoy en día es necesario hacer de la calle el articulador de las ciudades, en ese sentido es importante dotarlas de espacios públicos donde puedan convivir diferentes tipos de usuarios; la importancia de las bancas reside en ser un espacio que permiten la convivencia entre la gente", dijo.

 

La académica recalcó que hay necesidades humanas que deben ser consideradas al momento de diseñar una ciudad como son la protección ante la inseguridad, pero también el clima, el confort, que se refiere al suficiente espacio para caminar, platicar, jugar y socializar; y el disfrute, esto es, que el ciudadano pueda gozar del clima y las vistas del espacio donde transita.

 

El secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Jorge Carlos Ramírez, consideró que la planeación de las ciudades debe pensarse a largo plazo, toda vez que deben "ser espacios donde vivir y no simplemente donde estar".

 

En ese sentido, Gómez Gámez acotó que "las bancas, y los espacios públicos en general, deben obedecer al comportamiento humano, por ejemplo, si se vive en una ciudad con un clima frío la gente buscará sentarse en una banca donde dé el sol. Además, un espacio seguro donde la gente, los vecinos puedan convivir más tiempo, desmotiva la conformación de grupos delictivos o pandillas en los alrededores de un barrio o una colonia".

 

ESPACIOS ATRACTIVOS

 

A las 10:00 de la noche, sobre la calle de San Jerónimo, en el Centro de la Ciudad de México, varias mujeres platican mientras sus hijos corren o andan en bicicleta y algunos jóvenes del rumbo juegan frontón en la pared externa de la capilla del Claustro de Sor Juana (sin importarles el letrero que les prohíbe hacerlo).

 

El barullo se mezcla con las risas de jóvenes que disfrutan de los bares de la zona. Es un fin de semana normal en el corredor peatonal de San Jerónimo, que junto con el de Regina, Alhóndiga y Madero han cambiado el rostro del Centro Histórico gracias a un proyecto de recuperación de plazas y espacios públicos.

 

Hace unos años, estas calles eran intransitables una vez que se ponía el sol. La falta de alumbrado, el mal olor y un severo problema de plagas desmotivaba a cualquier transeúnte a caminar por esas calles. Sin embargo, su remozamiento permitió recuperar el esplendor histórico y cultural del rumbo y que cada día más personas puedan disfrutarlo.

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