Cada que el presidente de Estados Unidos se atreve a estrechar la mano de algún reconocido personaje parece tener más intensiones de arrancarles la mano que de ofrecer una cordial bienvenida
Cada que el presidente de Estados Unidos se atreve a estrechar la mano de algún reconocido personaje parece tener más intensiones de arrancarles la mano que de ofrecer una cordial bienvenida