Los investigadores descubrieron una molécula llamada JNK3, factor clave para que las células madre de los niños sean más sensibles a su entorno y se regeneren mejor que las de los adultos
Los investigadores descubrieron una molécula llamada JNK3, factor clave para que las células madre de los niños sean más sensibles a su entorno y se regeneren mejor que las de los adultos