Los expertos temen que los corrosivos cristales de sal, que quedaron incrustados en el piso de mármol y los mosaicos de la Basílica cuando el agua retrocedió ahora amenaza con comerse la superficie
Los expertos temen que los corrosivos cristales de sal, que quedaron incrustados en el piso de mármol y los mosaicos de la Basílica cuando el agua retrocedió ahora amenaza con comerse la superficie