ÁMSTERDAM. Holanda ha anunciado la detención temporal de la búsqueda de restos humanos y materiales del avión de Malaysia Airlines siniestrado el pasado 17 de julio en Ucrania debido al deterioro de la situación de seguridad en la zona, donde combaten el ejército de Ucrania y los separatistas.
«No queremos exponer a nuestra gente a riesgos innecesarios», dijo el primer ministro de Holanda, Mark Rutte, en unas declaraciones que publica la agencia holandesa de noticias ANP.
Rutte precisó que continuar con la misión de repatriación en este momento es muy arriesgado y poco útil.
«Tan pronto como sea posible, los expertos regresarán. El objetivo es volver al lugar del siniestro», aseguró el jefe del Gobierno de Holanda.
El primer ministro también dijo que un pequeño equipo permanecerá en la región y que mañana se fletará un avión que transportará nuevas pertenencias de las víctimas desde Járkov (Ucrania) a Holanda.
Asimismo, señaló que el acceso al lugar en el que se estrelló el avión con 298 personas a bordo, ha sido en ocasiones muy difícil, y expresó su confianza en que en el plazo de dos o tres semanas hayan concluido las labores de identificación y se sepa cuántos cadáveres han podido ser recuperados en total.
La Junta de Seguridad de Holanda, que intenta esclarecer si el Boeing fue derribado con un misil disparado desde territorio prorruso, adelantó hoy que el informe preliminar sobre las causas del accidente se retrasará todavía algún tiempo debido precisamente a la difícil situación en el país.
Las fuerzas gubernamentales ucranianas siguen reconquistando terreno, pero el avance es lento y costoso para el Ejército, que sufrió otras 18 bajas en las últimas 24 horas en los combates con los batallones rebeldes prorrusos.
La situación humanitaria se agrava en Lugansk, ciudad sitiada desde hace semanas por las fuerzas leales a Kiev, donde desde la pasada semana no hay ni agua, ni luz, ni telefonía móvil ni fija, al tiempo que los alimentos escasean, en especial la carne.
También la situación de la población es cada vez más preocupante en los bastiones bajo control rebelde en la región de Donetsk, principal plaza fuerte de los sublevados prorrusos que se niegan a ceder sus posiciones.
Los rebeldes esperan un ataque inminente contra la ciudad por parte de la aviación ucraniana y reconocen que miles de personas abandonan diariamente Donetsk con destino a territorio ruso o las zonas controladas por Kiev.
Con el trasfondo de disparos en la distancia, decenas de investigadores internacionales llegaron el viernes 1 de agosto a la zona donde cayó el avión derribado y comenzaron preparativos para revisar el área rural en busca de los restos de hasta 80 víctimas y pedazos del aparato.
Apenas horas antes de su arribo, al menos 10 soldados ucranianos murieron en una emboscada de los separatistas prorrusos en una zona cercana al sitio el desastre. Otros trece soldados estaban desaparecidos y los cadáveres de otras cuatro personas eran examinados para determinar si se trataba de soldados o separatistas.
El vuelo 17 fue derribado el 17 de julio y fallecieron las 298 personas que iban a bordo. Los restos de unas 228 personas han regresado a Holanda en ataúdes.