RÍO DE JANEIRO. A su retorno a Río de Janeiro, la tarde de ayer, el papa Francisco se dirigió desde el aeropuerto al hospital San Francisco de Asís, dedicado a la recuperación de jóvenes farmacodependientes y alcohólicos. La reconstrucción del edificio, así como la presencia del pontífice y la bendición que impartió se considera el legado social de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud.

 

El pontífice llegó en un automóvil utilitario al centro hospitalario, donde fue recibido por el arzobispo de Río de Janeiro, Orami Joao Tempesta, y el director del centro, el franciscano Francisco Belotti. Cientos de personas esperaron al líder de la Iglesia Católica a la puerta del hospital, en medio de la incesante lluvia que durante todo el día cayó en la ciudad.

 

Hace dos años, el complejo de ocho edificios estaba al borde de la quiebra. Construido en 1933, apenas tenía unos catres para atender emergencias y algunos médicos que daban atención gratuita. Ahora lo administra la Asociación y Fraternidad San Francisco en la Providencia de Dios, cuenta 648 camas para que los enfermos se internen y más de 800 personas integran el cuerpo médico del sitio, todos auxiliados por religiosas.

 

La sección inaugurada se ha destinado a la atención de 80 pacientes que serán tratados por su farmacodependencia y alcoholismo. Se les brindará atención clínica a quienes tengan problemas de salud mental, de ataques de agresividad, depresión, psicosis, ansiedad y bipolaridad. Asimismo, ofrece un servicio de apoyo a las familias de los internos para contribuir a la reunificación comunitaria.

 

En Río, un gran número de jóvenes se han convertido en farmacodependientes y alcohólicos. La edad en que comienzan su adicción cada vez es más temprana, algunos desde los 13 años y son quienes viven en la calle, piden dinero para comer y son objeto de abusos de todo tipo.

 

 

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