El fenómeno Bad Bunny volvió a sacudir la Ciudad de México. Apenas arrancó la preventa para sus conciertos del 10 y 11 de diciembre en el Estadio GNP Seguros, y los boletos desaparecieron en minutos. La demanda fue tan abrumadora que la fila virtual de Ticketmaster superó las 130 mil personas, y colapsó momentáneamente la plataforma.
Ante el caos digital y la presión de los fans, la productora no tardó en reaccionar: a pocos minutos de iniciada la preventa para las primeras cuatro fechas, otros dos show adicionales fueron anunciados, para el 16 y 19 de diciembre. Ante esto, miles de seguidores se quedaron sin boleto. Esto deja un mensaje contundente: Bad Bunny es un fenómeno como pocos en nuestro país.
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Con las presentaciones vendidas en el Estadio GNP, el artista puertorriqueño se posiciona como uno de los pocos capaces de lograr este tipo de hazaña en la capital mexicana.
La euforia no es gratuita. Su regreso ocurre después de Un Verano Sin Ti y Nadie Sabe Lo Que Va a Pasar Mañana, discos que no solo dominaron las listas de reproducción globales, sino que también marcaron una evolución artística que entremezcla vulnerabilidad, poder y controversia. En sus shows, Bad Bunny no se limita a cantar; construye un espectáculo visual, emocional y, sobre todo, colectivo.
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En tiempos en los que la industria musical busca nuevas formas de conectar con audiencias cada vez más saturadas, Bad Bunny lo hace ver fácil: cuatro estadios sin siquiera haber salido la venta general aún. Y eso, para muchos, ya dice todo.
¿Veremos una quinta fecha? ¿O solo quedará el recuerdo del “sold out” más rápido del año? En la jungla digital de la preventa, solo los más rápidos sobrevivieron.
