Bad Bunny será el encargado del show de medio tiempo del Super Bowl LX en 2026, y así consolida casi una década de dominio global en la industria musical.
El anuncio no es solo una noticia de entretenimiento deportivo: es la confirmación de un fenómeno cultural que lleva casi una década en marcha. El artista puertorriqueño, que ya había pisado ese escenario en 2020 como invitado en el show de Shakira y Jennifer Lopez, ahora será el protagonista absoluto, un salto simbólico que refleja su ascenso meteórico.
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Desde 2017, cuando irrumpió en el trap latino y en colaboraciones que pusieron al Caribe en el radar mundial, Benito Antonio Martínez Ocasio ha dominado las listas de popularidad sin interrupción. Álbum tras álbum, sencillo tras sencillo, se mantiene en la cima de plataformas como Billboard, Spotify, y hasta los mismos Grammys.
Su constancia lo ha convertido en algo más que un fenómeno pasajero: es una presencia estable en el panorama musical mundial, y lleva acumulados poco más de ocho años consecutivos de éxitos, incluidos en tiempo de pandemia.
En paralelo, su impacto en los escenarios ha sido igual de contundente. En 2022, con el World’s Hottest Tour, llenó estadios en Estados Unidos y América Latina con cifras multimillonarias en recaudación.
Más tarde, con el tour Debí Tirar Más Fotos, llevó su música a recintos históricamente poco habituales para un artista latino. Japón, Polonia o Alemania fueron testigos de estadios sold out inmediatos, muestra de que su propuesta trasciende idioma y contexto cultural.
La magnitud de este logro es difícil de dimensionar: un artista nacido en Puerto Rico que lograba lo que parecía reservado para nombres anglosajones.
Más allá de la música
La presencia de Bad Bunny también se inserta en una narrativa política que ha marcado al Super Bowl en los últimos años. Con la alianza de la NFL y Roc Nation, la empresa de Jay-Z, y el relevo de Pepsi por Apple Music como patrocinador, el espectáculo dejó de tratarse de un escaparate pensado solo para artistas anglosajones.
Desde entonces se convirtió en un espacio de visibilidad para las minorías: el show de 2022, con Dr. Dre, Snoop Dogg, Eminem, y Mary J. Blige resultó leído como un manifiesto en favor del hip-hop y la cultura afroamericana; un año después, Rihanna consolidó ese giro con un espectáculo que reivindicó a una mujer negra, caribeña, y además en un estado avanzado de embarazo, en el escenario más visto del planeta.

En esa línea, la llegada de Bad Bunny no es un gesto de diversidad, sino el reconocimiento de que un artista latino ya es protagonista indiscutible de la cultura musical contemporánea.
El reto es claro: condensar en pocos minutos una carrera que ha redefinido la música y llevado la bandera latina a un alcance universal.
Pero si algo ha demostrado el Conejo Malo es que sabe transformar expectativas en espectáculo y espectáculo en historia. Este medio tiempo será, probablemente, el capítulo más visible hasta ahora de una trayectoria que empezó en los rincones más recónditos de SoundCloud y que hoy se corona en el escenario mediático más grande del planeta.
Dato de interés
El reguetonero excluyó a Estados Unidos de su gira por temor a redadas del ICE en conciertos, que podrían poner en riesgo a sus seguidores latinos.