El niño ya es capaz de cantar. En las infancias la música llega primero que las letras, que las operaciones matemáticas, e incluso que las largas historias.
Desde las nanas hasta las canciones que animan los patios escolares, la infancia ha estado siempre acompañada por melodías que construyen identidad, refugio y memoria.
En México, la historia de la música infantil no se puede entender sin nombrar a Francisco Gabilondo Soler, mejor conocido como Cri-Cri, o a Luis Pescetti, al grupo Los Patita de Perro y hasta el propio Mario Iván Martínez.
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Con canciones de nuestras infancias como El Ratón Vaquero o La Muñeca Fea, el compositor creó un universo sonoro que, un siglo después, sigue vigente en fiestas infantiles, colegios y hogares.
Sus temas no sólo son entretenidos sino que retratan, de manera aguda, las emociones, dudas y fantasías de los niños, y lo convierte en uno de los pocos artistas que ha logrado establecer un repertorio verdaderamente intergeneracional.
Músicos con mirada infantil
Sin embargo, la música infantil en México no se detuvo en la era de Cri-Cri. A partir de los años noventa, surgieron proyectos que expandieron las temáticas y formas de hablarle a la infancia.
El mismo Mario Iván Martínez se ha encargado de mantener vivo el legado musical así como la figura de Franciso Gabilondo Soler y su creación, Cri-Cri en las nuevas generaciones.
Luis Pescetti, músico argentino ampliamente adoptado por el público mexicano, revolucionó la manera de componer para niños al incorporar el humor inteligente, el juego con el lenguaje y, sobre todo, el respeto por la inteligencia emocional de los pequeños.
En canciones como El Vampiro Negro o Hay un Monstruo Debajo de la Cama, el argentino reconoce que el miedo, la duda y el absurdo también forman parte del mundo infantil.
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La banda mexicana Los Patita de Perro, llevó el compromiso un paso más allá. Formados a finales de los 90, este grupo apostó por letras que hablan de derechos humanos, equidad de género y participación social.
Canciones como Yo Tengo Derecho o ¿Por qué estamos tan callados?, invitan a los niños no sólo a bailar, sino a preguntarse sobre su lugar en el mundo y su capacidad de transformarlo. Desde su trinchera lúdica, el grupo ha puesto sobre la mesa temas que antes se consideraban “inapropiados” para el público infantil.
HERRAMIENTA FORMATIVA EN INFANCIAS
También hay que mencionar el impacto que ha tenido Once Niñas y Niños, la barra infantil de Canal Once, que ha logrado articular proyectos musicales con valores claros. Canciones como Somos Iguales o Curiosidad, abordan temas de diversidad, inclusión y descubrimiento, y forman parte del repertorio cotidiano de una generación que entiende que sus diferencias no sólo son naturales, sino valiosas.
Hoy, los conciertos para niños son mucho más que eventos de entretenimiento, se han convertido en experiencias participativas.
Festivales como Cantoalegre en Medellín, Colombia, o iniciativas mexicanas como El Faro de los Niños combinan música, talleres artísticos y convivencia comunitaria, y resignifica el papel de la música en la infancia como una herramienta para formar ciudadanos sensibles, críticos y creativos.
La infancia también canta y lo hace con más libertad y complejidad que nunca.
Ya no se trata sólo de melodías que entretienen, se trata de canciones que construyen memoria colectiva, que enseñan a poner nombre a las emociones difíciles, que abren preguntas sobre la justicia, la amistad, el miedo o la identidad.
En un mundo saturado de estímulos inmediatos, ofrecerles música que los reconozca como personas completas es, más que un acto de arte, es un acto de resistencia.
¿Sabías que…?
- ¡El cerebro de un niño responde a la música incluso antes de nacer!
- Diversas investigaciones indican que el canto y la exposición a canciones en la infancia temprana fortalecen las conexiones neuronales relacionadas con el lenguaje, la memoria y la empatía.
