La animación ha trascendido a la audiencia infantil entre los cinéfilos y los ha consolidado como uno de los principales consumidores.
Especial | La animación ha trascendido a la audiencia infantil entre los cinéfilos y los ha consolidado como uno de los principales consumidores.  

La audiencia mexicana comprendió que la animación es un formato y no un género exclusivo para el público infantil. Por eso, este fenómeno ha consolidado a México como el lugar más importante y ha captado la atención de los creativos.

La Cineteca Nacional detectó en los últimos años un patrón inesperado, pero constante, entre sus asistentes: la animación no sólo es bien recibida sino que domina las  preferencias de chicos y grandes y Nelson Carro, director de Difusión y Programación de la institución, destacó en entrevista con este medio que desde el estreno de Pinocchio, de Guillermo del Toro, las películas animadas han liderado la taquilla.

Pinocchio hizo tres veces la cantidad de la segunda película. El año pasado Mi Amigo Robot duplicó prácticamente el segundo lugar. Es una cantidad de espectadores muy notable”, explicó.

Foto: Especial | Exposición Pinocchio, Guillermo Del Toro.

Flow, Memorias de un Caracol, La Carga más Preciada y El Niño y la Garza no solo han encontrado eco en el público sino que, según los propios directores, “México ha sido el país que más ha consumido la película”.

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Carro subrayó que cintas de animación para todo público están entre las más exitosas que han proyectado.

“Si vemos el histórico de las diez películas más taquilleras desde que tenemos números confiables hay tres que son animación. Están entre ellas Mi Amigo Robot, Isla de Perros y Pinocchio”, afirmó. 

Esta inclinación nacional no se limita a filmes comerciales ni al dominio de Hollywood, pues  por el contrario las cintas más vistas en la Cineteca han sido independientes o europeas. “Tanto Mi Amigo Robot como Flow son películas sin palabras. Eso uno podría pensar que el público lo va a rechazar y al contrario, nadie lo ha marcado como una limitante”, señaló Carro.

Para el directivo esto revela un cambio de paradigma cultural: “La Cineteca siempre ha buscado dar espacio a cinematografías que tienen menos presencia en la cartelera comercial y ahora esas películas han tenido una buena respuesta también fuera de aquí. Creo que estamos ante un nuevo tipo de espectador”, subrayó.

Foto: Especial | El niño y la garza, Estudio Ghibli

EXPLICACIÓN HISTÓRICA

Este fenómeno contemporáneo tiene raíces profundas en la historia cultural de México. Felipe Gaytán, sociólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aseguró que la fascinación mexicana por lo visual y lo narrativo animado está vinculada con una tradición pedagógica e incluso religiosa. 

“Una de las cosas que concedió la evangelización fue una forma de enseñanza a través de objetos e imágenes. Por ejemplo, las pastorelas son representaciones gráficas, con cierto sentido del humor, de la religión”, contó.

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Dicha predisposición al aprendizaje y disfrute visual fue reforzada durante el siglo XX: “Desde los años 30 una forma de educación en las escuelas públicas era ilustrar los libros de texto. Siempre usamos la frase: ‘¿tiene monitos o no tiene monitos?’, porque sigue  vigente”, contó y evocó la fuerza de la representación de La Catrina en Día de Muertos como un símbolo de representación de toda una festividad.

Asimismo, Gaytán señaló que la penetración de los cartoons estadounidenses y posteriormente el anime japonés consolidó ese gusto visual en las generaciones actuales. “El consumo rápido y del instante, pero también la búsqueda de profundidad. Suena paradójico, pero eso es parte de esta generación. Se busca impacto visual con diálogos  más profundos. Por eso el anime japonés o coreano ha tenido tanto éxito”, remarcó.

Foto: Especial | Flow.

LA PROPUESTA NACIONAL

Pese al entusiasmo del público, la producción de animación nacional para audiencias generales es escasa. Nelson Carro reconoce que la industria mexicana ha enfocado sus esfuerzos casi exclusivamente en películas para niños.

“En ese terreno la competencia es muy difícil porque ya se sabe qué quieren ver los niños. 

Tienen más difusión, más anuncios, lo que ya es conocido. Las productoras se han dedicado a hacer películas dirigidas a niños y muchas veces a niños pequeños”, dijo Carro.  

El vacío es notorio en el ámbito del largometraje: “Hace mucho tiempo que no hay una película dirigida también al público adulto. Fundamentalmente en el terreno del cortometraje se hace bastante y muy bueno, pero para todo público hay muy poco”, lamentó.

No obstante, Carro destacó que sí existen ejemplos valiosos aunque aislados. “Ana y Bruno, por ejemplo, es una que se puede rescatar, pero salió en un tiempo no tan popular para el género".

En este panorama el contraste entre el apetito del público y la escasez de producción local representa tanto un desafío como una oportunidad, aseguró el directivo.

Reportero de la sección Vida+ en el diario 24 HORAS. Enfocado en temas de cultura y entretenimiento, pero con intereses relacionados principalmente a la literatura, la música y el cine. 

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