Mishaal Tamer es un cantautor saudí-ecuatoriano que hizo historia al convertirse en el primer artista árabe en firmar con una disquera multinacional.
Con un sonido íntimo y multicultural, ha ganado reconocimiento internacional por su propuesta honesta, emocional y profundamente generacional.
Y aunque su carrera ya apuntaba a lo alto, fue en México donde encontró una conexión inesperada y profunda.
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Un video casero, una fan desconocida y un algoritmo hicieron lo que ni los estrategas de marketing ni los sellos discográficos habían logrado: abrirle a Mishaal Tamer las puertas del mercado mexicano.
“Todo empezó con una fan que se hacía llamar mishobitty”, contó el artista saudí en entrevista con este medio.
“Hizo un video con una de mis canciones en TikTok, muy estético. Y explotó. Alguien de mi equipo lo vio, intentamos convertirlo en un anuncio, y funcionó mejor que cualquier campaña previa, no solo mía, sino del sello también. Fue una entrada al mercado mexicano completamente orgánica”.
Desde entonces, Mishaal se siente conectado con México de una forma que ni él mismo puede explicar del todo.
Su primer contacto en vivo con el país ocurrió como telonero de OneRepublic. Estaba nervioso, admitió: “Alguien me dijo que el público mexicano podría ser rudo. Que si no les gustabas, te lanzaban cosas. Pero cuando salí al escenario, había gente cantando mis letras. Y alguien me lanzó un Dr. Simi personalizado con mi outfit. Ahora lo tengo en mi cuarto, a un lado de mi cama”.

CAPÍTULOS DE UNA VIDA
A sus 25 años, Mishaal no solo representa una nueva cara del pop árabe, sino una voz que explora identidades complejas, emociones profundas y realidades generacionales sin igual.
Su primer álbum, Home Is Changing, no se hizo con la intención de triunfar. “No pensaba que alguien lo escucharía. Escribí para mí, para sacar cosas del pecho. Cuando vi que tenía mucho material acumulado, encontré que había una historia. Cinco capítulos”, explicó.
Cada uno de ellos reflejaba un periodo de su vida entre los 18 y los 23 años. El primero, The Deep, parte de una reflexión sobre la depresión, tema todavía tabú en su país.
Le sigue The Girl, inspirado en una historia de amor. Después viene The Heartbreak, donde aparece la canción que mishobitty viralizó.
El cuarto capítulo, The Dream, representa el momento en que dejó de centrarse en el dolor y comenzó a construir un futuro.
Finalmente, The Return cierra el ciclo, con Mishaal reconciliado con su niñez y su identidad: “Al crecer, comencé a sentirme más en paz. Tal vez eso es la felicidad”.
El brazo de internet por el S-Pop
Sobre el llamado “S-Pop”, el término que intenta definir esta nueva ola creativa que emerge desde Arabia Saudita, Mishaal se muestra abierto y curioso.
“No inventé la palabra, alguien la lanzó y la tomé. Todavía me estoy encontrando. Pero algo que noto es que somos una generación que creció en internet, con muchas restricciones y con mucho que decir. Eso genera una energía creativa difícil de contener”.
Su audiencia, cuenta, es diversa. Aunque la mayoría tiene entre 20 y 30 años, ha recibido mensajes de niños de seis y adultos de más de 60. “Todos son parte de Chicken Gang”, dice entre risas, en referencia a su comunidad de fans.
Mishaal Tamer no solo construye una carrera musical, se abre camino a una escena en transformación. Y lo hace, paradójicamente, desde un punto de encuentro entre mundos tan distintos como el Golfo Pérsico, América Latina y la generación Z global.
