Severance, bajo la dirección de Ben Stiller, plantea la posibilidad de separar la conciencia humana en dos partes
Foto: Especial | Severance, bajo la dirección de Ben Stiller, plantea la posibilidad de separar la conciencia humana en dos partes  

En una época donde la productividad se ha convertido en un ideal casi religioso, Severance llega como un golpe seco al hígado del mundo laboral contemporáneo.

Esta serie de Apple TV+, creada por Dan Erickson y dirigida parcialmente por Ben Stiller, se pregunta qué pasaría si pudiésemos separar —literalmente— nuestra vida laboral de la personal.

Pero lejos de ser una premisa de ciencia ficción ligera, el resultado es un thriller psicológico tan elegante como inquietante.

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Severance sigue a Mark Scout (Adam Scott), un empleado de Lumon Industries, una empresa multinacional gigante que ofrece un procedimiento quirúrgico llamado “severance” que consiste en que sus trabajadores dividan sus conciencias en dos: una para el trabajo y otra para el resto de su vida.

De esta forma, el “Mark de la oficina” no recuerda nada de su vida del exterior, y el “Mark de casa” no tiene idea ni recuerdos de lo que sucede en su empleo. El experimento resulta ser más oscuro y cruel de lo que parece a simple vista.

Lo más fascinante de la serie es su capacidad para hacer del absurdo algo profundamente doloroso e inquietante. La vida de los personajes dentro de la oficina es esclavizante, aséptica, mecánica y alienante. Pero el relato va mucho más allá del típico retrato distópico.

Sus diálogos precisos, la dirección milimétrica y una atmósfera cargada de tensión emocional construyen una experiencia envolvente que recuerda a lo mejor de Black Mirror, pero con una identidad propia más sofisticada y sostenida.

UNA METÁFORA REFINADA

Más allá de su intriga narrativa, Severance plantea preguntas filosóficas y existenciales que resuenan con la experiencia de vida moderna: ¿Quiénes somos cuando trabajamos? ¿Cuánto de nuestra identidad sacrificamos en nombre de un sueldo? 

El profesor Eloy Caloca Lafont, especialista en filosofía de la tecnología y subjetividad digital, docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, asegura que desde su mirada, la separación entre el “yo laboral” y el “yo personal” no sólo es verosímil, sino que ya se encuentra presente en muchas formas.

“Es completamente verdad que el trabajo incide en la producción de subjetividad. Hay afectos, o sea: emociones, imaginarios, e incluso sensaciones físicas, que ahora están profundamente vinculados al trabajo.

“Antes se encontraban en comunidades religiosas, políticas o artísticas […] ahora, por la falta de tiempo, muchas personas apuestan al trabajo como el único lugar para pertenecer, descubrirse, vincularse”.

Futurismo

En este contexto, Severance funciona menos como un futurismo especulativo y más como una metáfora refinada de lo que ya sucede. El aislamiento emocional y cognitivo que plantea la serie refleja, en palabras de Caloca, es un ideal empresarial inquietante.

“Para ciertos empleadores, lo ideal sería que el trabajo ocupara toda la concentración, sin interferencias como la paternidad, las relaciones afectivas o la vida cultural. Eso garantiza no sólo productividad, sino también falta de pensamiento crítico”, finalizó

Con una primera temporada que avanza con precisión quirúrgica, y una segunda que tiene un final impactante y conmovedor, Severance no solo recomienda verse: exige ser contemplada. Es una serie que se te queda bajo la piel, no por lo que muestra, sino por lo que sugiere. Un espejo negro pero necesario sobre las formas en que nos rompemos para seguir funcionando.

Ideal para quienes buscan algo más que entretenimiento y están dispuestos a incomodarse un poco para descubrir una de las propuestas más audaces y originales de la televisión reciente.

PARA TOMAR EN CUENTA

El académico señala que el triunfo de esta lógica no solo se da en los espacios laborales, sino también en nuestros discursos cotidianos, cuando repetimos frases como “el mundo es para trabajar, no para perder el tiempo” o “hay que trabajar duro”, y deja claro cómo se prioriza la productividad por encima de cualquier otra dimensión de la vida.

Estudiante de Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Apasionado por la música, la cultura, la política y el entretenimiento. Escribo sobre cómo estos moldean nuestra...

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