La cinta Un mundo mejor aborda los efectos emocionales de la violencia y la posibilidad de sanar a través del vínculo humano al apostar por un cine introspectivo que privilegia la empatía 
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En un contexto donde la violencia suele ocupar la pantalla desde el exceso y el entretenimiento, la directora Janett Juárez propone otra mirada con Un mundo mejor, una película que busca comprender el miedo y el dolor desde lo íntimo.

“No quería retratar lo que vemos todos los días”, explicó en entrevista con este medio. “Sino cómo se siente la violencia, cómo se vive y cómo se experimenta. Quería hablar de la salud mental y de la posibilidad de sanar, de recuperar la inocencia que hemos perdido”.

Juárez recuerda que la idea nació durante uno de los periodos más duros de inseguridad en Monterrey.

“Muchos amigos tuvieron que irse, migrar, esconderse. Yo misma viví fuera un tiempo, y al  regresar sentí ese toque de queda implícito, ese miedo de no poder salir. Fue una sensación horrible. Pero justo eso era lo que quería retratar: no la violencia como diversión, sino la emoción que deja en el cuerpo”.

La directora subrayó que el filme busca abrir una conversación sobre el trauma colectivo y la sanación emocional.

“No hay soluciones mágicas”, dijo. “Nadie se cura de un día para otro, pero los pequeños cambios pueden hacer la diferencia. A veces basta con volver a conectar con nosotros mismos, con nuestro niño interior, con los demás. Esa conexión es lo que nos puede salvar”.

La cinta Un mundo mejor aborda los efectos emocionales de la violencia y la posibilidad de sanar a través del vínculo humano al apostar por un cine introspectivo que privilegia la empatía 
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Por su parte, Raúl Briones interpreta a Víctor, un hombre que padece agorafobia tras un suceso traumático. El actor explicó que el personaje vive en aislamiento, refugiado en Texas, en un contexto de privilegio económico que lo mantiene desconectado del mundo real.

“Huye del lugar donde sufrió el trauma, pero desde un espacio muy cómodo. Puede pagar su renta, tomar terapia a distancia, vivir rodeado de vino y comida congelada. Todo su mundo gira en torno al privilegio, y eso me parecía fundamental, porque es la primera vez que interpreto a alguien que sufre desde el confort”, señala.

Briones reconoció que su propia experiencia le permitió empatizar con el personaje: “Cuando estuve filmando en España, en teoría estaba cumpliendo el sueño de cualquier  actor, pero por dentro me sentía vacío, solo. Ahí entendí que uno puede construirse sus propias prisiones emocionales”. 

La relación del protagonista con un niño como su espejo emocional también marcó el proceso de rodaje. “Actuar con Mateo fue una enseñanza enorme”, contó Briones.

“Al final del día, actuar no es más que jugar. Y si algo saben hacer los niños, es jugar. Él me recordó por qué me dedico a esto”.

Ambos coinciden en que la cinta sostiene una mirada esperanzadora sin caer en la ingenuidad. “La esperanza no es creer que todo va a mejorar mágicamente”, afirmó la directora. “Es luchar por lo que vale la pena.

El mundo no es necesariamente un lugar maravilloso, pero sí hay cosas que lo hacen digno de ser defendido, y entre ellas están las infancias”.

Por otro lado, Briones reflexionó sobre la necesidad de democratizar los premios Ariel, en los cuales ha ganado en cuatro ocasiones. "Deben volverse populares o se van a extinguir”, advirtió. “Ya basta de los cordones VIP. Si seguimos separando al público del cine, el público dejará de sentirse parte de su propio cine. Los Goya son fuertes porque la gente los siente suyos. Aquí necesitamos recuperar eso, que la gente vuelva a discutir las películas en la fila del cine”.

Un Mundo Mejor llegará a los cines el 9 de octubre.

Reportero de la sección Vida+ en el diario 24 HORAS. Enfocado en temas de cultura y entretenimiento, pero con intereses relacionados principalmente a la literatura, la música y el cine.