El cine de Bong Joon-ho ha demostrado ser una crítica decisiva de las estructuras sociales, el poder y la supervivencia en contextos (no tan) extremos y Mickey 17, su más reciente película, no es la excepción.
Basada en la novela Mickey 7, de Edward Ashton, la cinta se sumerge en la ciencia ficción con la misma agudeza con la que Parásitos diseccionó la lucha de clases.
Sin embargo, en esta ocasión, el director surcoreano lleva la reflexión a un terreno aún más perturbador: la explotación del individuo en un sistema que valora la productividad por encima de la vida misma.
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La premisa del filme es, por sí sola, inquietante. En un futuro donde la colonización espacial es una realidad, las misiones requieren de “prescindibles”, individuos diseñados para realizar las tareas más peligrosas, morir en el proceso y ser reemplazados por una copia casi idéntica de sí mismos. Mickey, interpretado por Robert Pattinson, es uno de ellos.
A lo largo de la historia, por azares del destino el protagonista comienza a cuestionar su lugar en este ciclo infinito de muerte y resurrección, lo que lo lleva a un enfrentamiento con el sistema que lo ha creado.
Bong Joon-ho construye este mundo con la misma meticulosidad con la que diseñó la distopía ferroviaria de Snowpiercer. La cinematografía es fría y aséptica, y refleja la brutal eficiencia con la que la sociedad trata a los “prescindibles”.
A través de la mirada de Mickey, el espectador es testigo de una realidad donde la identidad individual se diluye en la funcionalidad de una maquinaria colonial humana.
MÁS ALLÁ DE LA CIENCIA FICCIÓN
Aunque la historia parte de un concepto de ciencia ficción, Mickey 17 es, en esencia, una crítica a la alienación del trabajo en sociedades hiperproductivas.
La metáfora es clara: en un sistema que trata a las personas como recursos renovables, ¿qué significa realmente ser humano?
La película no solo plantea esta pregunta, sino que la explora con un sentido del humor ácido que aligera, pero no minimiza, la gravedad del tema.
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Pattinson entrega una actuación que equilibra el desconcierto con la ironía. Su Mickey es tanto una víctima como un agente de caos, un personaje que desafía las reglas de un mundo que lo ha condenado a ser reemplazable.
El elenco secundario, que incluye a Mark Ruffalo y Steven Yeun, refuerza esta dinámica, encarnando figuras que representan distintas actitudes frente al sistema.
NUEVA CRÍTICA DEL CINEASTA
Mickey 17 confirma una vez más la habilidad de Bong Joon-ho para trascender géneros y convertir cada historia en una exploración de la condición humana.
Si bien la película no es tan increíble como Parásitos, ni tan explosiva como Snowpiercer, logra sostener su tensión narrativa con una mezcla de intriga, sátira y existencialismo.
Con una dirección distintiva y una historia que deja más preguntas que respuestas, la película se perfila como una de las propuestas más provocadoras del cine de 2025.
No se trata solo de una cinta de ciencia ficción, sino de una advertencia disfrazada de entretenimiento: en un mundo donde la eficiencia lo es todo, ¿cuánto falta para que dejemos de ser insustituibles?
¿Sabías que…?
- Antes de convertirse en cineasta, Bong Joon-ho estudió sociología en la Universidad Yonsei.
- Esta formación le ha permitido plasmar en sus películas una profunda comprensión de las dinámicas sociales y la lucha de clases.
- Durante su etapa universitaria, fue miembro activo de movimientos y protestas estudiantiles que luchaban por la democracia en Corea del Sur.
- Estas experiencias influyeron en su visión crítica de la sociedad, reflejada en su filmografía.
Un clon. Una misión. Un destino que desafía los límites de la humanidad
Mikey 17 no es solo una película, es un viaje épico a lo desconocido. Cuando un trabajador desechable descubre que su vida vale más de lo que le dijeron, todo cambia. ¿Sobrevivirá para contar su historia? pic.twitter.com/K5uyWR2CW6
— Mall del Sur (@malldelsur) March 6, 2025
