El chivo es un animal mítico, tal vez por eso un chivo expiaba el pecado según la tradición antigua en el pueblo hebreo, pero se le asocia con precocidad; así se dice es un chivo en cristalería. Mario Vargas Llosa nos descubrió el sobrenombre del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo como el apodo que lo reconoció su oprimido pueblo, el Chivo; por eso su minuciosa novela la llamó La fiesta del Chivo, y Tony Camargo nos deleitó con la canción del año nuevo me dejó una chiva, así que este animal cabrío está en el imaginario colectivo. Por eso la frase del Presidente electo sobre Rosario Robles, diciendo que la secretaria de la Sedatu y antes de la Sedesol es un chivo expiatorio, retumbó en las notas periodísticas, generando comentarios, pero no rigurosos análisis.
Y es que en la comunicación mediática actual, las frases o las palabras que resuenan y son materia para el “cabeceo” son las que se reproducen hasta la fatiga; sobre el pronunciamiento de López Obrador se dijo es la exculpación de Robles, es la señal de un pacto entre el Gobierno entrante y el saliente, es la nostalgia del pasado, ya que Robles entregó la Jefatura de Gobierno a Andrés Manuel López Obrador, pero si revisamos con más rigor la declaración completa, el mensaje tiene otro sentido.
Al desmenuzar la declaración entendemos que siempre, ante el reclamo de la opinión ciudadana el sistema reacciona, sea éste el sistema del régimen o un minisistema, reacciona ofreciendo al pueblo ofendido por la corrupción una víctima, como en ofrenda; antes el linchamiento, ahí está el pararrayos de los truenos y centellas de la ira social, así fue en la época de la renovación moral de Miguel de la Madrid ante los señalamientos de la corrupción en el sindicato de Pemex.
Los líderes de entonces Joaquín Hernández Galicia y Salvador Barragán Camacho ofrecieron a su antiguo aliado en el control sindical, un líder de sección conocido como el Trampas; todo era idóneo hasta su sobrenombre. Encarcelaron al Trampas, de quien nos enteramos vivía en prisión como duque, gracias al reportaje de Julio Scherer García. La corrupción que fue la marca del sexenio lopezportillista obligó a la renovación moral en el gobierno delamadridista, y ésta fue un conjunto de reformas legales que hicieron más rígida a la administración pública, pero no se castigó a los saqueadores de entonces. La renovación moral de la sociedad quedó sólo en un chivo expiatorio: Jorge Díaz Serrano y otros chivos menores y una chivita, una mujer de la política priista, que había sido directora de algún organismo pesquero, y se acabó.
Por eso se entiende que el sistema del régimen actual esté ofreciendo a su chiva expiatoria, para inmolarla en la piedra de los sacrificios de la ira ciudadana y dejar pasar a los grandes de la mafia del poder, señalados en este y otros sexenios como los responsables de múltiples saqueos del patrimonio público.
La declaración del Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, es producto de su conocimiento de la realidad nacional, vivida afuera y adentro de lo público y de su refinada intuición para comunicarse con la masa social. Siempre dar el toque, no se trata de esta chiva expiatoria, independientemente se le investigue como está haciendo ya la Comisión Senatorial, sino de la mafia del poder, ese entramado de intereses oscuros, públicos y privados que han deteriorado hasta “la bancarrota” al patrimonio nacional.
No se trata de “un chivo o una chiva”, ni de una expiación, se trata de la vida pública nacional, de un ejercicio pleno, que los órganos de control que actúen aplicando la ley sin restricciones, de la Auditoría Superior de la Federación a la Fiscalía General Independiente, y quien o quienes tengan responsabilidades enfrenten su responsabilidad ante la ley.
De eso se trata, no de una ley selectiva, que sea para este o aquel personaje, previamente marcado para expiar el pecado de la corrupción de todo un gobierno; es la ley para todos, personas públicas y privadas que hayan sido beneficiadas ilegalmente con el dinero del presupuesto. Así la corrupción podrá contenerse y darle satisfacción al pueblo de México agraviado con la ostentosa riqueza de servidores públicos, denunciados por los medios de comunicación y por particulares que lo hacen a través de las redes sociales.
La declaración de Andrés Manuel López Obrador es en ese sentido, si la leemos completa, no de exonerar a nadie ni de señalar a alguien; se trata de todos, los de adentro y los de afuera del Gobierno, así ya no tendrá vigencia el parafraseo de la canción de Tony Camargo, yo no olvido el sexenio viejo, me dejó una chiva. Mejor, el sexenio nuevo que nos deje a todos cero impunidad por cualquier abuso contra el dinero del pueblo.