Ante la declaratoria de este martes de un plan de contingencia ambiental extraordinaria en el Valle de México (entiéndase acciones light que sólo son para evitar actividades al aire libre) por los altos niveles de contaminación por partículas ultrafinas (PM 2.5), la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, dijo que ella no es la única responsable ante esta situación, sino que también está el gobernador del Edomex y la titular de la Semarnat, quienes en conjunto conforman la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe).
En eso tiene razón la funcionaria, pero por qué la CAMe, desde el viernes 10 de mayo o el sábado 11, no actuó para prevenir daños a la salud por altas concentraciones de PM 2.5, que ya acumulan cinco días consecutivos, y más cuando los pronósticos meteorológicos eran totalmente desfavorables para el Valle de México con un sistema anticiclónico (vientos débiles) que concentran más los contaminantes en la atmósfera de la metrópoli.
El Premio Nobel de Química, Mario Molina ha sostenido que las partículas PM 2.5 son más dañinas para la salud que el ozono o las PM 10, ya que llegan al fondo de los pulmones y alteran el desarrollo del sistema respiratorio, y además se asocian a padecimientos como trombosis, exacerbación de cuadros de asma, males cardiovasculares y neurológicos, y hasta en el desarrollo de diabetes, entre otros.
Y otro cuestionamiento más: ¿por qué la CAMe y antes la Comisión Ambiental Metropolitana han dejado pasar más de 15 años sin una norma para diseñar un plan de contingencia ambiental por PM 2.5? Recordemos que la medición de este contaminante empezó en 2003 (justo cuando Claudia Sheinbaum era secretaria del Medio Ambiente capitalino). Apenas en enero pasado se incluyó el reporte de las PM 2.5 en la red monitoreo, pero de nada le sirve a la población si no hay protecciones efectivas a la salud.
Tal parece que la CAMe tenía la guardia abajo y no supo responder con oportunidad y efectividad ante los impactos de los incendios forestales, y ahora que los meteorólogos pronostican que continuarán estos siniestros por tres semanas más, pues lo deseable es que no sólo sean recomendaciones para no realizar actividades al aire libre o trabajar desde casa.
Hoy la jefa de Gobierno anuncia que en la próxima semana presentará un nuevo protocolo para declarar las contingencias atmosféricas, en el que incluirá también nuevas medidas para el Hoy No Circula (que el 20 de noviembre próximo cumplirá 30 años de operación). Esto parece apuntar bien para la protección de la salud, pero ¿ya integrará medidas estrictas para ordenar a las casi 300 mil unidades de carga pesada que en promedio diario circulan por la ciudad quemando un diésel sucio y generando intenso tráfico? ¿Qué harán para controlar el parque vehicular de casi 10 millones de automotores que tiene el Valle de México y que también queman gasolinas de baja calidad?
Recordemos que en 2016 se presentó una crisis ambiental por ozono (entre abril y junio), y el gobierno de Miguel Ángel Mancera determinó medidas extraordinarias del Hoy No Circula que incluía todo tipo de engomados. Lo principal, se dijo en ese entonces, era evitar daños a la salud. Por eso la pregunta: ¿por qué ahora en esta crisis ambiental no se aplicó el Doble Hoy No Circula? ¿O ya se politizó el programa?
Las PM 2.5 las tenemos en la atmósfera de la metrópoli todos los días, no sólo son generadas por los incendios forestales en estas épocas de altas temperaturas. Urgen datos, informes o estudios en donde el Sector Salud y los expertos nos informen sobre los cuadros de morbilidad y mortalidad vinculados a la mala calidad del aire. Lo más probable es que la situación sea más grave de lo que pensamos.