Este año que ha sido muy caluroso, con temperaturas récord a nivel global como en Kuwait con 63 grados, en la India con el termómetro rondando los 50, Groenlandia con 17.3 cuando su máximo debería ser de 3.2 grados, y en nuestro país toda la zona norte –principalmente– como en Hermosillo con 47 grados Celsius, lo que no sólo traerá fuertes impactos por las sequías, sino que ese intenso calor genera mayor energía en la atmósfera con lo cual se desencadenarán tormentas de gran magnitud en varias regiones del mundo.
De acuerdo con los meteorólogos, el sistema climático ha cambiado en los últimos años con temperaturas cada vez más altas en el ámbito mundial, y también con lluvias intensas que alcanzan niveles récord por la cantidad de agua y por los daños que provocan en las poblaciones.
La Organización Meteorológica Mundial (agencia de la ONU especializada en el tiempo, clima y agua) ha informado que los modelos climáticos prevén un aumento de la temperatura media en la mayoría de las regiones terrestres (regionales, nacionales y mundiales) y oceánicas, con precipitaciones intensas, pero también en algunas regiones del orbe con serios déficits de lluvia.
Por consiguiente, los extremos climáticos seguirán impactado a las poblaciones en los ámbitos de la salud, infraestructura urbana, cadenas productivas de alimentos y de abasto de agua.
El problema es serio, ya que con base a la información científica de dicho organismo, la energía que emite el Sol no ha aumentando en los últimos 30 años, sino que los cambios que hoy padecemos con las altas temperaturas se debe al calentamiento global producido por los gases de efecto invernadero como son el bióxido de carbono y el metano, entre otros.
Además, expertos del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM han pronosticado que, por la constante quema de combustibles fósiles en el mundo, las temperaturas podrán alcanzar un aumento global de entre 3 y 5 grados en los próximos 50 años. No cabe duda, que las poblaciones son cada vez más vulnerables al intenso calor como a las severas precipitaciones.
De tal forma que ahora los meteorólogos nos alertan que vendrán huracanes y tormentas tropicales de gran intensidad. Y en zonas vulnerables a los fenómenos hidrometeorológicos, como la Ciudad de México, se prevén inundaciones en diversas zonas como el oriente, centro y sur.
Vale recordar que, entre el 26 de junio y el 3 julio de 2011 el centro del país fue severamente afectado por la tormenta tropical Arlene. Y la Ciudad de México fue una de las urbes que fue azotada por la tempestad causando inundaciones históricas (con un acumulado de 341.3 millones de metros cúbicos de agua) en la región oriente, la cual se hunde, en promedio anual, entre 20 y 40 centímetros. Y, de acuerdo con datos del Cenapred, las pérdidas por inundaciones, en los últimos años, son de casi 23 mil millones de pesos por daños económicos, sociales y a la infraestructura urbana en general.
Así como las altas temperaturas son un reto a enfrentar, también lo es el fenómeno hidrometeorológico y máxime en una metrópoli que se hunde anuanlemnte por la excesiva extracción del agua del acuífero.
Así pues se deben afinar programas, protocolos y políticas públicas que cada vez nos permitan reaccionar con efectividad ante los extremos climáticos. La adaptación nos está llevando años, y los riesgos son cada vez mayores en las zonas urbanas.
El cambio climático nos está dando una lección histórica, y en varias naciones aún el camino para superar la lección es errático, pues siguen impulsando el uso de combustibles fósiles y proyectan construir refinerías sin la Manifestación de Impacto y Riesgo Ambiental.
jhs