Y esta tenía potencial.

Llegó Diciembre, la época de las películas más melosas y con menos sentido del planeta: las películas navideñas. Claro, tenemos clásicos como Mi Pobre Angelito o Una Vida Maravillosa, pero la mayoría de las cintas enfocadas en esta época priorizan el cliché o las tramas completamente absurdas.

Quiero mencionar la hilarante pero completamente absurda experiencia de ver Un muñeco de nieve para divertirse. Porque si las cintas decembrinas mediocres fueron un éxito en Hallmark, ahora son el hogar para ellas en Netflix.

En esta cinta tenemos a Gretchen de Mean Girls como la protagonista, una mujer que tiene un café en un pueblo donde nada pasa. Su problema es no esforzarse lo suficiente en sí y en sus responsabilidades desde la repentina muerte de su esposo. Sin embargo, con ayuda de la bufanda mágica de una colega, ella hace que un muñeco de nieve cobre vida. Este en cuestión toma forma en Jack, un gélido ser con un cuerpo escultural y una cara para derretirse.

Y digo, desde conocer la trama no esperaba nada trascendental. Sin embargo, lo peor fue ver el potencial de este largometraje, y ver cómo tira todo eso a la basura.

SPOILERS DE AQUÍ EN ADELANTE

El muñeco de nieve que cobra vida en un himbo (tendencia iniciada por Ken el año pasado en Barbie, sobre un hombre lindo pero hueco) pudo haber sido una alegoría interesante sobre el duelo de nuestra protagonista. Porque gracias a la presencia de Jack, ella retoma las riendas de su vida, e incluso menciona “no supe amarme a mí misma desde que mi esposo murió”. En lugar de irse por la ruta clara, en donde ella dejaba ir una fantasía y aprendía a vivir bien después del duelo, lo más raro sucede.

Toda la gente del pueblo acepta luego luego lo del muñeco, como si fuera lo más normal de la Tierra. Y después no solo eso: él por arte de magia se hace humano y ella se enamora de él. Sí, cómo no.

Y por otro lado tenemos al increíble Craig Robinson, conocido como Darryl en The Office y el némesis de Jake Peralta en Brooklyn Nine-Nine haciéndola de un policía bastante “rudo”, mas cuya actitud provoca risas todo el tiempo. Es de lo mejor de esta película dominguera. Sin embargo, el largometraje insiste en redimirlo, liberando al muñeco de la cárcel pese a incumplir la ley solo porque el pueblo protesta y decide dar dinero para salvar a este unicornio.

Sí, todo ridículo. Y bueno, desde el inicio nos pintaron ese día, ¿no? ¿Por qué llegué a pensar que este podría ser un producto de entretenimiento inteligente? Las películas navideñas suelen irse con la temporada, supongo. Pocas realmente marcan hitos culturales. Entiendo. Pero al menos échenle ganas.

 

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