El impulso a la actividad petrolera en el país es un signo inequívoco de retroceso en la política pública de desarrollo sostenible. El Gobierno federal proyecta seguir en el camino de la generación de gases de efecto invernadero con la quema de combustibles fósiles.
La comunidad científica ha comprobado que, por primera vez en la historia del planeta, el clima está cambiando por la acción humana, lo que ha traído como consecuencia altas temperaturas y el cambio en el patrón de lluvias a nivel mundial. En el caso de México, estados que históricamente han sido húmedos –donde se presentan más precipitaciones–, como Chiapas, Veracruz, Tabasco, Oaxaca, Querétaro, San Luis Potosí y Tamaulipas, hoy padecen de sequías extremas, ya que este año llovió 50% menos, algo no registrado por décadas. Estas entidades ahora se asemejan a los estados del norte del país, que son muy secos.
Recientemente, Mario Molina, Premio Nobel de Química 1995, reprobó la política del Gobierno de López Obrador de reactivar la industria petrolera a través del proyecto de construir la refinería Dos Bocas, en Tabasco, cuando lo más importante es frenar la producción de combustibles fósiles e impulsar el desarrollo de energías renovables, como la solar y eólica.
Sin duda, la Administración de la 4T, va en dirección opuesta al compromiso, que a fines de septiembre pasado asumieron 77 países durante la cumbre climática en la ONU, para reducir a cero las emisiones de gases efecto invernadero en 2050.
Los planes que se consensuaron en la ONU de transitar de una economía gris a la verde aún no se ven en México como una politica nacional.
Simplemente veamos que también la Comisión Federal de Electricidad (CFE) va para atrás en materia de sustenibilidad, pues este año decidió comprar carbón para sus plantas en el estado de Coahuila. Además, sigue empleando combustóleo y gas natural para generar energía eléctrica.
Signos de retroceso a costa de la salud de millones de mexicanos.
“Hay que modernizar al país, por eso es preocupante lo que vemos del nuevo Gobierno”, enfatizó Mario Molina. Mensaje contundente y claro, pero sin oídos receptivos en los tomadores de decisiones.
Y mientras la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) sigue callada ante los planes de la Federación de seguir por la ruta altamente contaminante y de seguir coadyuvando al calentamiento global.
Está demostrado que la refinación de petróleo es un proceso muy contaminante al aire, al suelo y a los cuerpos de agua. Las emisiones tóxicas a la atmósfera (hidrocarburos, partículas finas, monóxido de carbono, y óxidos de nitrógeno y azufre) son en miles de toneladas por día, y las descargas de otras sustancias químicas dañan y destruyen ecosistemas.
El proyecto de Dos Bocas se impulsó ejerciendo grandes presiones para sacar adelante una cuestionable Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), que aprobó la Semarnat. Esto demuestra que se priorizan obras faraónicas de altos impactos al ambiente regional, y de afectación a nivel global.
Las autoridades deben escuchar a la comunidad científica, como al Premio Nobel Mario Molina, y no aferrarse a banderas electorales y políticas de gobierno que a largo plazo generarán más daños al país y al planeta.