Hay un dicho que viene de las viejas políticas del PRI, “Una política pública que no está vinculada al presupuesto es pura demagogia”. Lo usaban lo mismo gobernadores que secretarios de Estado para pelear presupuesto o para remarcar los cariños vacíos de los discursos de los opositores políticos.
La frase ha sobrevivido a distintas administraciones ya no solo del PRI, sino de todo el espectro político y el criterio podríamos decir que termina siendo el mismo. Sobre todo si pensamos que la bonanza económica hace tiempo que no es el distintivo de nuestro país. Tenemos que admitir que los recursos son limitados y las prioridades de los gobiernos se notan porque es donde se destinan recursos para que sigan funcionando.
Por eso me pareció alarmante el análisis que hace una coalición de organizaciones de la sociedad civil —apartidistas y sin fines de lucro, según su autodefinición— agrupadas en NOSSA que destaca la reducción de presupuesto para el cuidado del medio ambiente.
La coalición hizo un análisis del presupuesto destinado al Ramo 16 que tiene que ver con el “Medio ambiente y recursos naturales”. Los hallazgos en el análisis destacan que este sería el segundo año consecutivo en el que se reduce el presupuesto designado a la protección ambiental. Tendrá un recorte del 4.3 por ciento y está en menos de 0.1 por ciento del total del presupuesto si se aprueba en los términos en los que está propuesto.
Para ser enteramente justos, este gobierno no es el primero que hace recortes sustanciales a las dependencias que cuidan los recursos naturales. Entre 2015 y 2018, en el Gobierno de Enrique Peña, el ramo de conservación del medio ambiente tuvo una reducción significativa que no se ha remontado.
Pero una de las reducciones más notorias es el 4.5 por ciento real al presupuesto de la Conagua. Según el análisis sería el menor presupuesto asignado a la Comisión en los últimos cinco años.
Más allá de los números, lo preocupante es lo disminuidas que estarán las capacidades de un organismo que ayuda a la conservación y administración y monitoreo de uno de los recursos vitales del país.
La diferencia que veo con esos años y los recortes de 2016, es que el número de catástrofes naturales, y la intensidad de cada una. México ha sufrido tormentas, inundaciones y huracanes de una dimensión desconocida debido a los efectos del cambio climático.
Por eso creo que la reducción de la calidad y de los espacios naturales debería ser un tema que entrañara mucha más preocupación de la que le damos en la actualidad.
Conservar áreas naturales protegidas tiene que ver con un trabajo de cuidado de nosotros, nuestro país y nuestras comunidades a mucho más largo plazo. No habrá ciudades habitables cerca de las costas que sobrevivan a la erosión de los manglares o los bancos de coral. No hay zona serrana que sea habitable después de una deforestación.
La duda genuina que tenemos ahora es, ¿qué tanto invertiremos en cuidar nuestro futuro?
@Micmoya