Al parecer, morir en México —y el proceso que le sigue, llegar a una funeraria, velar un cuerpo, llevarlo a incinerar, recibir las cenizas— no es una garantía de que esos sean los últimos momentos de un cuerpo en este plano.
El problema de las muertes en México es que, como en muchos procesos y trámites civiles en este país, no hay una garantía de que las cosas salgan como deben de salir.
Un caso que debería ser más escandaloso por el trato indigno es el que recientemente se dio a conocer en Chihuahua. Un grupo de personas se enteró que si su familiar murió, en algún momento entre 2021 y los siguientes cuatro años, y llevaron a velar e incinerar el cuerpo en las funerarias Luz Divina, Amor Eterno, Protecto Deco, Plenitud y Del Carmen pues quizá lo que tienen de cenizas en una urna u otro sitio no es su familiar.
No tienen la certeza de si los incineraron o simplemente cobraron por el servicio y el cuerpo quedó apilado, en el mejor de los casos, en la parte trasera de un terreno.
La noticia de por sí ya era sonora en un país en el que no necesariamente encontrar cuerpos fuera de un panteón es novedad. Pero la lista de agravantes no es corta.
Uno de los problemas es que son 383 cuerpos. Es un número enorme de personas a cuyos familiares se les mintió, se les robó y encima van a tener que pasar por un segundo duelo, como si el primero hubiera sido algo sencillo.
La segunda gran falla que encuentro es que todo el hallazgo no se dio necesariamente por una expedita acción de las autoridades. Ni por un operativo, ni como parte de las acciones de revisión de un crematorio.
Se dio por una denuncia ciudadana. Alguien vio de alguna forma que en el terreno de junto había un cuerpo. Con tantas historias sobre personas que no encuentran a sus muertos, dio aviso a las autoridades y se destapó todo el entuerto.
El hecho es grave por sí solo, pero lo es más si sabemos que el número de incineraciones ha aumentado hasta 110 por ciento por año, según datos del Inegi.
Pero también nos habla de que quienes tenían que ir a verificar que los hornos sirvieran, que no fueran un problema para la salud de las personas vecinas, que funcionaban, y otras cosas, evidentemente no hicieron su trabajo.
Este problema no es el primero que se presenta con la conservación de cuerpos. En Jalisco sucedió un problema similar aunque no necesariamente igual, por una saturación en los servicios forenses del estado, un camión refrigerador tuvo que usarse como almacén.
Lo que reclamamos es la falta de decoro para quienes mueren antes que nosotros y sobre todo, el robo de esa calma o proceso que tendría que darnos la muerte de un ser querido y la ceremonia que hay para despedirse de su cuerpo.
Y aquí la duda genuina: ¿tenemos autoridades rebasadas que no tienen capacidad para supervisar todos los locales que dan este servicio? Toca a las autoridades de salud y de regulación sanitaria echar un ojo.
O simplemente tenemos autoridades con una negligencia pasmosa que pueden tener estómago para dejar que nuestros muertos no tengan dignidad.
@Micmoya
