La semana anterior arrancaron las campañas de todos los candidatos que buscan un cargo en el poder judicial. Después de ver lo que nos queda para los siguientes días no sé si eso es una buena o una mala noticia.
La duda esta vez es si tener a los candidatos bailando en una pantalla o tratando de tomarse fotos en un mercado de la colonia necesariamente va a mejorar la manera en la que la justicia se imparte.
El arranque de la promoción de los candidatos tuvo mucho de ingenio y poco de una ruta clara de verdaderamente qué queremos o necesitamos saber de las personas que compiten por un cargo.
Vi a candidatos por los que ni siquiera voy a ser capaz de votar en mi feed de las redes sociales. Pero no vi ninguna posibilidad de que eso acorte los tiempos en los que se resuelven las controversias, que haya menos posibilidad de corrupción o que no se dicten una línea de actuar desde esferas de poder.
Lo que vimos en el arranque de la campañas fue a personas tratando de convencer a punta de videos de TikTok de que son capaces de ocupar un cargo que tiene que ver con la impartición de justicia.
No sé si necesariamente una cosa tiene que ver con la otra. Pero es lo que tenemos para los siguientes meses.
Si soy enteramente sincera, la buena noticia es que me estoy enterando cuántos tipos de juzgadores hay en el sistema y para finales de abril voy a tener una idea más o menos general de cómo se llaman y cuál ha sido su trayectoria.
Eso debe ayudar al menos a tener más o menos claro quienes están en el cargo y quiero pensar que podría hacer que la ciudadanía se involucre de una manera distinta a quién y cómo se imparte la justicia.
Para este punto, todos tenemos marcados los defectos que tiene el poder judicial: acciones de nepotismo, corrupción, falta de personal.
Cuando pensamos en la justicia expedita no necesariamente aparece en nuestro catálogo mental la justicia mexicana. Eso es cierto, pero me parece que tratar de solucionar los problemas que tiene el Poder Judicial con la reforma actual es muy parecido a tratar de resolver un problema de páncreas amputando un brazo.
Sin embargo, es lo que hay. A partir de ello, la idea deberá ser conocer al menos todos los nombres de quienes compiten para ser ministros de la Suprema Corte y ubicar sino su carrera entera, al menos si han participado o no en ciertos escándalos.
Incluso me parece que las cercanías en los eventos “espontáneos” en los que participan los aspirantes a ministros nos pueden dar una idea muy clara de si el apoyo corporativo de los sindicatos está detrás o si podemos pensar en un periodo de algún ministro con mayor independencia de esos sectores.
Creo que saber qué han defendido durante su carrera judicial debería darnos una idea de hacia dónde estamos dirigiendo a la Suprema Corte ahora que como democracia podemos decidir.
Quizá lo único que me queda como duda genuina es ¿qué pasará cuando el sistema esté completamente transformado y algunas fallas estén exactamente igual?
@Micmoya
