Explorando nuestra niñez para alcanzar el bienestar.

La figura del niño interior es un concepto psicológico que se refiere a esa parte de nosotros que guarda nuestras primeras experiencias, emociones y recuerdos de la niñez. Este niño interior puede influir significativamente en nuestra vida adulta, especialmente si esas experiencias tempranas fueron difíciles o traumáticas. Aceptar y sanar a nuestro niño interior puede ser un camino poderoso hacia el bienestar emocional y la plenitud.

Algunas veces, estos recuerdos pueden estar enterrados bajo capas de olvido, y puede ser útil hablarnos a nosotros mismos con ternura y compasión, como lo haríamos con un niño.

Como lo relata Odín Dupeyron en su libro Colorín colorado este cuento aún no ha acabado, nuestro niño interior puede cargar con heridas no resueltas de nuestro pasado, el autor relata como una princesa entra a una cueva obscura en donde comienza a tener miedo y de pronto aparece una niña y la guía de la mano recordándole todo lo que vivió en su infancia, los juegos, las travesuras, los amigos, las ilusiones de las fiestas y los regalos, etc. y cuando la princesa sale de la cueva se da cuenta que todos los recuerdos vividos de la mano de su niña y haberlo transitado juntas, le da la suficiente fuerza e ilusión para seguir el camino.

Las experiencias de la infancia pueden moldear profundamente nuestra personalidad y nuestra forma de interactuar con el mundo. Un niño que no recibió suficiente amor o atención puede convertirse en un adulto que busca validación constante en sus relaciones. Por otro lado, un niño que fue sobreprotegido puede tener dificultades para tomar decisiones independientes como adulto. Reconocer estos patrones es esencial para poder cambiarlos.

Beneficios de sanar a nuestro niño interior.

Sanar a nuestro niño interior es un proceso profundo y transformador que puede llevarnos a una vida adulta más equilibrada y llena de paz. Al reconocer y atender las necesidades de esa parte vulnerable y auténtica de nosotros mismos, podemos liberarnos de las cargas del pasado para abrirnos a nuevas posibilidades de amor y crecimiento. Es un viaje de autodescubrimiento y autocompasión que vale la pena emprender.

Cuando yo hice la reconexión con mi niña interior después de haber leído el libro, los recuerdos que llegaban a mí en su mayoría eran divertidos, sin embargo, también recordé un momento vivido con cierto trauma... ese también pude superarlo al descubrir que no fue mi culpa lo sucedido y perdonar a quien no supo cómo cuidarme en ese momento. En la imagen logro ver mi cara de inocencia en donde no cabía espacio para pensamientos de inseguridad, miedos o incertidumbre por la vida. Así es que cuando reviví mi niñez decidí que no fuera solamente esa ocasión y busqué una foto de cuando tenía 6 años, la coloqué a un costado de mi cama y desde entonces me doy mis momentos para platicar con ella, también coloqué un florero al cual en diversas ocasiones le pongo la flor favorita de mi niñez, todos esos recuerdos y aromas me conectan de nuevo con ella.

Al abrazar a mi niña interior descubro que la inocencia y la curiosidad que una vez me hicieron brillar, nunca se apagaron sólo esperaban ser recordadas para volver a iluminar mi camino.

 

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